Contra la trampa de la anécdota
Novela. “Como nubes” propone el potente recuento lírico de un desamor.
El pulposo fraseo barroco de la poeta, realizadora audiovisual y escritora Violeta Percia, logra consolidar en su novela Como nubes, una pulsión a lo Lezama Lima de la lengua. Una propuesta cuya voluntad se inscribe contra las normas escriturarias hegemónicas. Percia, entre otros desafíos, evita hacer narración; caer en la trama (trampa) de la anécdota. No se preocupa por el argumento, sino por la exposición de un estado de ánimo. La contundencia de una voz: “Sin embargo, eran un cuerpo que se desconocía, que se corroía en indelebles breas de malestares y quejas dejando en lo inoído la memoria próxima a otra noche”.
La historia entre sus protagonistas, Alas y el vanidoso Albees, acaso funciona como una excusa para poder desatar ese fluir oscuro, enigmático, de enrarecidos pliegues descriptivos, que potencian (y desplazan) sus diversos niveles de significación. La presencia de un amor (y sobre todo del desamor) se derrama y deviene en despliegue de imágenes. Por lo tanto el relato es acumulativo, matiz sobre matiz, y se asienta sobre el funcionamiento de una imaginación obsesionada: “No obstante ahora, una escalera vertebral la conducía a un entallado pórtico que se abría entre flores de lapachos”. Un deambular de la memoria que como mantra, opera en loop: avanza, retrocede, repite en una red de planos. Recursos técnicos que se orquestan en función de una imaginación verbal desbocada, ofreciendo un estilo elaborado.
Resulta indudable que el acento de Percia está puesto en la lengua, en ese duelo abismal entre las palabras y el ser. Apuesta que supone una revisión cuidadosa de los valores lingüísticos, constituyendo así un notable esfuerzo de una zona narrativa que se retuerce en sí misma, desentrañando realidades complejas, producto de la aguda estructura del monólogo íntimo. Desenvuelve así una psicología de todas las sospechas, los resentimientos, las sofocantes frustraciones, las rigideces interiores. Los hilos más penetrantes de este análisis interior, avanzan a través de un flujo denso, que se piensa sensorialmente, capítulo tras capítulo.
Estamos ante una hipersensible voz narradora en parte errante, nunca aleatoria, que frente al dilema de la incomunicación, se rehace, se reconstruye en un combate permanente con el lenguaje (la angustiosa conciencia de los límites del lenguaje).
Como nubes, una obra apasionada, fluida, es decir, profundamente lírica. ¿Poema en prosa? Ninguna clasificación cristaliza la fascinación absorbente que su lectura produce.