Como el canto de los pájaros
Música. Luego de siete años, El Remolón (alter ego de Andrés Schteingart) saca el disco Asimétrico: diez canciones que transitan el borde del folclore.
Un gigante dormido se despertó. El Remolón vuelve a ser novedad porque acaba de editar Asimétrico, un LP que corta con el silencio de siete años. Estuvo concentrado en otros proyectos. Algunos vinculados con su propia música. El Remolón es el alter ego de Andrés Schteingart, productor de música electrónica que experimenta con ritmos folklóricos latinoamericanos. Formó parte de los inicios del colectivo Zizek y es uno de los pioneros del movimiento llamado Cumbia Digital. Actualmente dirige el sello Fértil Discos, plataforma a través de la cual edita a artistas que exploran la electrónica latinoamericana. Para pensar su Asimétrico, este background es, al menos, relativo. Porque se distancia bastante de la cumbia, el foco estético es más argentino que latinoamericano y esa organicidad que siempre le subrayan, en este caso tiene más que ver como un hilo conductor que como marca de estilo.
Este nuevo LP cuenta con diez canciones que tienen su origen en un proyecto ajeno. Hace tres años trabajó como compositor para una performance de danza llamada “Las palabras y los cuerpos”, de Lucas Condró. Esas primeras gemas fueron más conceptuales y enigmáticas pero aún así, en un trabajo de pre-selección ayudado por el tiempo que otorgó la pandemia, pudo retomar algunas canciones. Esa etapa sirvió para pensar en la canción electrónica y también en algo más bailable pero en la línea orgánica/downtempo que, en estos últimos años, fue profundizando. El Remolón insiste en destacar su parte techno para pensar este nuevo hilo conductor de canciones electrónicas. La contemplación en un contexto oscuro es clave para abordarlo. Un espíritu introspectivo que si bien no abandona el baile lo vuelve más denso; fumón para algunos, profundo para otros.
Asimétrico está vinculado al folklore en dos planos importantes. Uno en el gesto minimal del toque de algún instrumento característico de los géneros de nuestra región. Y otro en términos musicales a través de melodías y ritmos reconocidos en ese contexto. De la vidala a la chacarera. Todo queda en manos del compositor y productor: un despliegue de su experiencia electrónica para amalgamar de manera concreta arpegios leves de guitarra, bombos legüeros y charangos apenas perceptibles o protagonistas de los motivos de cada una de las canciones. Ese trabajo de mixtura desde la electrónica genera una atmósfera espesa que puede ser meditativa y techno a la misma vez. La comunicación del proyecto ejemplifica la incorporación del folklore a través de Atahualpa Yupanqui y su manera de tocar la milonga campera pero, en el proceso inverso, también podría estar Santaohoy
lalla tocando el ronroco o grabando uno de los primeros reggaes en Argentina a través de una agrupación de corte popular. Las intenciones forman parte de una misma tradición, electrónica en este caso como objetivo final pero con la música popular como fruto de inspiración.
Además de esa construcción artística, el disco cuenta con invitados que fortalecen la organicidad de este relato. Por allí pasan Luvi Torres/Klik&Frik, Pol Nada, Lauphan, Nuriah, el coplero urbano que vive en la playa Brawlio más San Ignacio y Cuervo Cuervo para la faceta más electrónica e instrumental.
En el caso de Pol Nada, por ejemplo, la canción “Que bailen” funciona a través de la estética litoraleña barroca que desarrolla el compositor y también artista del sello Fértil. La interpretación de Pol Nada genera que la cumbia-techno se eleve y resuelva uno de los mejores momentos del disco. Sin ir más lejos, durante el mes de septiembre se estrenará su videoclip. Dice: “Por todas las veces que no pude bailar, / que baile mi pasado y mi futuro”.
“Los pájaros”, la canción en la que participa el cantante Brawlio, se envuelve en una copla techno que viste de poncho y Nike al testigo oyente, privilegiado y gustoso. El color de voz de Brawlio se asemeja al del cancionista Diego Martez, que también maneja bastante bien el canto del género aunque no sea coplero. Esto es: un indicio generacional, y desconocido, que bien podría reflejar la búsqueda de cierto circuito de la música independiente en pos de la raíz, la pista de baile, la vida digital y la celebración total. ¿Y después? Como afirma la canción: “Las pájaros cantan al amanecer”.