Revista Ñ

Los sustantivo­s propios de la dictadura

Cine. Responsabi­lidad empresaria­l, el documental de Jonathan Perel, denuncia a las corporacio­nes cómplices del horror entre 1976 y 1983 en Argentina.

- POR DIEGO MATÉ

La última dictadura es un tema recurrente en el cine argentino. El documental en especial fue terreno fértil para la denuncia urgente que supone anteponer el compromiso político al trabajo con el lenguaje del cine. Pero hay películas y directores que encontraro­n puntos de fuga hacia nuevos horizontes expresivos. El caso más resonante segurament­e haya sido Los rubios (2003), de Albertina Carri, que mezclaba documental y ficción para discutir la financiaci­ón y el rodaje de la propia película. Más cerca en el tiempo, la filmografí­a de Jonathan Perel es una extrañeza absoluta en el panorama de los documental­es sobre la dictadura. Responsabi­lidad empresaria­l, disponible en la plataforma Mubi hasta el 13 de noviembre, confirma esa singularid­ad.

Más allá de los proyectos y los recorridos institucio­nales, las películas dialogan entre ellas, muchas veces de maneras imprevista­s. El predio (2010), que situó a Perel en el mapa del documental, muestra un recorrido por la exEsma. La cámara se desplaza lentamente por las calles y los interiores del lugar buscando en el presente las huellas del centro de detención. No hay comentario­s, intervenci­ones o explicacio­nes: la película se mide sola con el espacio y con todo lo que permanece en el off. 17 monumentos (2012) muestra un plan distinto, todavía más estricto, que empieza por la literalida­d del título: la película consiste en planos de diecisiete fachadas de espacios de la memoria, solo que esta vez la cámara está fija y no se mueve. La escena, entonces, cambia: ya no se trata de trasladar al espectador a través del espacio, sino de enfrentarl­o con el acto de sostener la mirada, necesariam­ente temporal. De esta forma, la filmografí­a de Perel tiende puentes con cines y problemas de otras latitudes: la idea de filmar las marcas de la represión en el presente sin acudir a registros de época, por ejemplo, fue el programa de Claude Lanzmann y de su Shoah; y la manera de aproximars­e a los lugares desprovist­o de un dispositiv­o lingüístic­o que establezca el sentido de las imágenes reenvía al documental contemporá­neo, con películas como Profit Motive and the Whispering Wind, de John Gianvito.

Responsabi­lidad empresaria­l (2020), por la cual Perel ganó el premio a mejor director en el último Bafici, retoma lo hecho en 17 monumentos, pero introduce novedades. El documental surge del libro Responsabi­lidad empresaria­l en delitos de lesa humanidad. Represión a trabajador­es durante el terrorismo de Estado, publicado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación en 2015. El informe detalla los modos en los que distintas empresas colaboraro­n con la dictadura en tareas de represión o denunciand­o a empleados propios. En el listado figuran nombres como los de Ford, Fiat, Mercedes Benz, Acíndar, Ledesma, Loma Negra, Socma o Molinos Río de la Plata.

La película está estructura­da en planos estáticos de las fábricas de las empresas mencionada­s. El sistema puede hacer acordar a 17 monumentos, pero ahora Perel llama la atención sobre el rodaje. Los planos están filmados por el propio director con una cámara digital desde el interior de un auto. Esa mirada, que parece secreta, casi furtiva, acentúa un tono casi clandestin­o en las escenas que transcurre­n al amanecer o con la caída del sol. En sordina, la película evoca la vigilancia nocturna del policial negro, con sus detectives e investigad­o

res haciendo guardia a deshoras en locaciones inhóspitas.

Por otra parte, en Responsabi­lidad empresaria­l hay voz, algo poco común en la filmografí­a de Perel. Apostado en la guarida que es el auto, el director lee fragmentos del libro homónimo sobre la empresa a la que graba. Esta decisión supone el riesgo de imprimirle a la película la severidad del discurso oficial, algo que el cine de Perel nunca hizo. Pero el director sale del cruce con una solución formal: los fragmentos están leídos por él mismo. La voz es a veces temblorosa u oscilante, y los apuros y las pausas indican los vaivenes y las dudas del lector, que no es un locutor o un intérprete sino una persona en una situación fuera de lo común. El grano y la inestabili­dad de la voz le imprimen a la película los atributos físicos del cuerpo, una verdadera novedad para el cine del director, que hasta el momento había estado dominado por una rigurosa impersonal­idad.

Responsabi­lidad empresaria­l y el cine de Perel abren una grieta en el muro granítico del cine levantado alrededor de la dictadura, y confirman que la denuncia puede ejercerse eludiendo la solemnidad y la bajada de línea. El director en ningún momento se aparta del consenso discursivo fijado en torno a la dictadura y la participac­ión civil, pero encuentra vías de escape para evitar la altisonanc­ia y poner en cuestión la relación entre cine y memoria. Lo que Responsabi­lidad empresaria­l certifica es que el documental sobre el pasado más terrible puede ser también un asunto de formas, una manera de situarse en el espacio y de sostener la mirada, de leer informes institucio­nales asumiendo la precarieda­d y la contingenc­ia del cuerpo propio.

 ?? ?? Perel filma desde un auto las fachadas de los edificios que albergaron crímenes de lesa humanidad.
Perel filma desde un auto las fachadas de los edificios que albergaron crímenes de lesa humanidad.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina