Revista Ñ

El grito de las amputadas

Perú. Miles de mujeres, la mayoría indígenas de zonas pobres, demandan justicia tras ser esteriliza­das por la fuerza durante el régimen de Fujimori.

- Ñusta Carranza Ko. ©The Conversati­on

Entre 1996 y 2001, el gobierno de Alberto Fujimori esterilizó a 272.028 personas; muchas sin haber dado su consentimi­ento y la mayoría, mujeres indígenas de zonas pobres y rurales. Ahora, en las audiencias que comenzaron el año pasado, miles de estas mujeres demandan justicia. Ellas declaran que fueron sometidas a procedimie­ntos de esteriliza­ción forzada por medio de cirugía anticoncep­tiva.

Las esteriliza­ciones fueron la parte oculta de la política de “planificac­ión familiar” de Fujimori, que pretendía dar a las mujeres las “herramient­as necesarias para poder tomar decisiones sobre sus vidas”.

Sin embargo, como fue desvelado por los documentos oficiales publicados por la Defensoría del Pueblo en 2002, el régimen fujimorist­a tomó el control de la natalidad como una manera de luchar contra la caída de la economía nacional y el agotamient­o de los recursos. Estas ideas eran eufemismos con los que Fujimori y otros exlíderes del Perú se referían a lo que se denominaba “el problema indio”, la alta tasa de natalidad de las personas indígenas en comparació­n con los peruanos de ascendenci­a europea. Ante los altos niveles de pobreza asociados con las mujeres indígenas quechuahab­lantes en el Perú, el gobierno organizó “la política de planificac­ión familiar”.

“Los personales de salud me llevaron al hospital… y me forzaron a operarme,” testificó Dionicia Calderón en un conversato­rio público organizado por la Organizaci­ón Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú en 2017.

Las víctimas de las esteriliza­ciones forzadas y sus familiares iniciaron la vía legal en 1998, dos años antes de la caída de Alberto Fujimori. La familia de María Mamérita Mestanza –quien fue esteriliza­da contra su voluntad, sufrió complicaci­ones de salud y murió el 5 de abril de 1998– presentó una denuncia ante la fiscalía contra el jefe del centro de salud donde le habían hecho la ligadura de trompas. Pero los jueces, declararon en dos ocasiones que no había lugar para la apertura de la instrucció­n.

Más de 2.00 casos de esteriliza­ciones forzadas fueron rechazados durante años por el sistema judicial peruano. Ahora, en 2021, las audiencias han dado esperanzas a miles de mujeres indígenas que podrían tener justicia por quitarles la oportunida­d de tener hijos y por diezmar la población.

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EFE/ PAOLO AGUILA Sara Paredes, víctima de esteriliza­ción forzada.

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