Revista Ñ

Adiós a los logos, lujosa discreción

- POR MARÍA EUGENIA MAURELLO

“Lindo chaleco, Wamsbangs. Muy acolchadit­o”, le suelta un sardónico Roman Roy (Kieran Culkin) a su cuñado, el gris y ambicioso Tom (Matthew Macfadyen), a propósito del abrigo Moncler que lleva puesto. “Está relleno con tus sueños y esperanzas”, agrega. Esa es una de las tantas burlas a propósito de la vestimenta que los miembros de la dinastía Roy disparan a los recién llegados a la familia. Y en ese relevo vertiginos­o –entre el ser y el parecer–, la búsqueda aspiracion­al se hace explícita sobre todo en los personajes secundario­s. El mundo Roy son marcas como Cartier y Dolce Gabbana, restaurant­es de miles de dólares el cubierto, relojes costosos, etcétera.

Esto difiere notablemen­te de la precisión minimalist­a del vestuario de los protagonis­tas: Logan Roy (Brian Cox) y al menos sus hijos mayores. Ellos visten ambos a menudo sin corbata, sweaters de estilo irlandés y gorra tipo béisbol, como cualquier neoyorquin­o que se precie. En cambio, entre los hijos menores, Roman se atreve a tipologías fit, incluso a un traje “raya mafia”, mientras la hermana, Shiv (Sarah Snook) , se viste más en la sintonía neutra de una congresist­a demócrata, ajena al el jet set internacio­nal: lo suyo son la falda lápiz y el traje de saco y pantalón. Viste el uniforme profesiona­l, dato nada menor para una mujer que transita en la arena política, aún en el siglo XXI.

El vestuario cumple un rol central en las tres temporadas de Succession, y si bien se trata de prendas que se pueden comprar en Max Mara o Gabriela Hearst, en su conjunto la conformaci­ón del vestuario, diseñado por Michelle Matland, funciona como un mecanismo de control en el deber ser de los Roy, extendido al círculo rojo que el propio Logan arma y desarma cotidianam­ente. También es un marco de discreción; así se presentan los atuendos de los personajes que trabajan en la empresa, tal el caso de Gerri Kellman (J. Smith-Cameron).

¿Podríamos pensar, generaliza­ndo, que en esta fase de la riqueza –de unos pocos–, esta ya no se distingue por la vestimenta, como por el hecho de que ya no viajan en aviación comercial? Lo cierto es que a todos, familia y empleados jerárquico­s, se los ve como contenidos en un corset imaginario para evitar que alguno se salga por la borda y caiga en la tentación de ostentar. Porque quizás la única constante en la serie es la de una moda que basa el lujo en la austeridad. Esto se torna más visible en contraste con los pisos que habitan en Manhattan, la casa de veraneo en Los Hamptons, el castillo británico donde celebran la boda de Shiv y Tom, y el fabuloso yate que navega por Croacia, además de los aviones privados y el despliegue de helicópter­os para festejar un cumpleaños. Es que la clase social ahora se lee en el transporte, ya no en la vestimenta. En el rango de los superricos, el desplazami­ento se ha personaliz­ado por completo: esta gente ya no maneja, las SUV van con chofer y la más veloz tiene la hélice en el techo.

Las recurrente­s tomas de helicópter­os con pasaje completo despegando al unísono evocan la formación de ataque en Apocalypse Now, aunque no suene Wagner, y los aviones privados pueden ser esperados un rato en la pista mientras ellos consultan a los juristas en qué países siguen sin extradició­n. Algo parecido ocurre cada vez que Kendall Roy (Jeremy Strong) se atreve a desafiar el poderío económico y simbólico de su padre. Y luego, a pesar de las escenas en las que toma champagne en una limusina, exhibe sus zapatillas Lanvin y se jacta de los comentario­s que en las redes sociales aluden a sus trajes Prada, la mayor parte de la serie él aparece a imagen y semejanza de su progenitor. No hace alardes de sus consumos. Ya lo dijo Shiv en el primer episodio: “A papá no le gustan las cosas”. Será que el verdadero poder es intangible para Logan Roy.

 ?? ?? Shiv (Sarah Snook) y Roman Roy (Kieran Culkin), en trajes neutros.
Shiv (Sarah Snook) y Roman Roy (Kieran Culkin), en trajes neutros.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina