Para quedarse leyendo
MUNDOS DEL FIN DE LA PALABRA
Joanna Walsh
Como su celebrado Vértigo (Periférica, 2018), esta nueva colección de relatos de Joanna Walsh es el inclemente y humorístico acoso a un tema: la incomunicación, en este caso, la imposibilidad de establecer un contacto integral. Las protagonistas de estos cuentos (narradoras en primera persona) categorizan los hábitos de lectura según las relaciones de una pequeña comunidad algo envidiosa; o salen a una calle con tráfico a vender una mercancía imposible; o esperan durante meses en una estación de tren extranjera a que su cita llegue; o escriben una “vieja” carta postal para romper una relación en un momento en que las personas han aprendido a hablarse con interjecciones. Son proyectos de vida tan desubicados como locuaces: lanzados al mundo con la misión de usurpar una identidad, la suya.
TRILOGÍA. LA CASA DE LOS CONEJOS
Laura Alcoba
En La casa de los conejos, Laura Alcoba narraba la historia de una niña en los comienzos de la dictadura argentina. Su padre estaba en la cárcel y ella vivía con su madre en una casa de La Plata donde se imprimía el periódico Evita Montonera. El ejército las buscaba, el terror las invadía. Unos años después, en El azul de las abejas, esa niña ya vive en Francia, y comienza una nueva vida, en una nueva lengua. Finalmente, en La danza de la araña, se siente entre dos mundos: el que está construyendo en el exilio; el de su primera infancia, presente en recuerdos cada vez más lejanos. La edición en un solo volumen de estos tres libros permite recorrer el crecimiento de esa niña, desde los tiempos violentos de la Argentina de los setenta hasta los albores de la adolescencia.
EL JARDÍN DE VIDRIO
Tatiana Tibuleac
Moldavia en los años más grises del comunismo. La anciana Tamara Pavlovna rescata a la pequeña Lastotchka de un orfanato. Lo que en principio puede parecer un acto de piedad esconde una realidad terrorífica. Lastotchka ha sido comprada como esclava, para ser explotada durante casi una década recolectando botellas por la calle. Aprender. a sobrevivir robando y mendigando, rechazando las solicitudes de hombres demasiado insistentes, en un ambiente de violencia y miseria. Basada en la propia historia familiar de la autora, El jardín de vidrio es, ante todo, un ejercicio de exorcismo doméstico, una carta imaginada por una niña hacia sus padres desconocidos donde el dolor a causa de su abandono, el desamor y la ausencia de ternura y emoción se muestran como heridas que quizás. nunca lleguen a cicatrizar del todo.