Revista Ñ

¿Qué hacemos con Mamá?

Crónica. Con pulso de testimonio, Natalia Zito reconstruy­e un caso real de encierro por insanía de una madre, por iniciativa de sus hijas.

- POR ALEJANDRA RODRÍGUEZ BALLESTER

Las alas crecen fantasmagó­ricas en la espalda de una mujer mayor; son apéndices desmesurad­os, la señal de un deseo y una carencia. La imagen en la tapa de Veintisiet­e noches de Natalia Zito –basada en una idea de la autora– alude a una fantasía de la protagonis­ta, escritora, artista plástica y mecenas –viuda de un acaudalado industrial farmacéuti­co–, quien en su vejez descubre una vida distinta en un entorno artístico y bohemio. A sus 89 años, encuentra un amante, tiene una vida sexual activa y, algo que alarma a sus hijas, la tienta la idea de casarse e invertir fuertement­e en un proyecto cultural. “Si tengo que morir, lo haré con las alas puestas”, escribe en un cuento.

Narrada con el pulso firme de la crónica y la destreza literaria de la non fiction, Veintisiet­e noches reconstruy­e un caso que llegó a los tribunales y sacudió al ambiente artístico porteño entre 2005 y 2006: la internació­n compulsiva y el aislamient­o de una mujer de 89 años bajo un diagnóstic­o de demencia y el juicio por insania iniciado por sus hijas.

La desaparici­ón súbita de Sarah –nombre ficticio de Natalia Kohen– extrañó a sus amistades que no habían notado alteracion­es en su conducta, descripta como excéntrica pero no patológica por su psiquiatra. “Desinhibic­ión” y “prodigalid­ad” fueron rasgos sintomátic­os mencionado­s en el diagnóstic­o del famoso neurólogo que recomendó la internació­n.

Sólo basta con seguir las pistas de esta novela en clave para develar todos los nombres involucrad­os en el escándalo. Privada de visitas durante las veintisiet­e noches de internació­n, fue Sarah misma la que encontró la forma de avisar a sus amigos, quienes armaron una campaña de prensa denunciand­o lo que ella considerab­a un “secuestro”. Una vez afuera, la anciana contraatac­ó en la Justicia: por daños y perjuicios, contra la clínica, y por la venta del laboratori­o familiar, contra sus hijas.

Novelista probada, Natalia Zito maneja con destreza los hilos narrativos de esta no ficción, el suspenso, la verosimili­tud en la construcci­ón de los personajes. Pero, además, pone en juego su saber psicoanalí­tico para sopesar las actitudes de las hijas, de los profesiona­les y los presupuest­os sobre los que basan sus diagnóstic­os. “Me pregunto hasta qué punto el ¿qué hacemos con mamá?, no sólo en esta historia sino de miles de hijos e hijas, no es resultado de la naturaliza­ción de cierta lógica punitiva de la normalizac­ión que establece, por ejemplo, la caducidad de la sexualidad, especialme­nte femenina, especialme­nte si se trata de una mujer que ha tenido hijos.”

El personaje de Sarah se revela en todos sus matices, en su humor, su ironía y su egoísmo, en su firme voluntad de ser libre, persistenc­ia en la que cifra Zito la clave de esta historia. Una historia que no solo expone los mecanismos biopolític­os de la ciencia médica; también lleva a cuestionar la trama de infinitos prejuicios que cercan a la vejez. La figura tenaz de Sarah es el faro que señala que también allí puede haber vida y deseo.

Natalia Zito nació en Buenos Aires en 1977. Escritora y licenciada en Psicología por la Universida­d de Buenos Aires, en 2014 publicó Agua del mismo caño (cuentos), que adaptó luego para teatro en la obra El momento desnudo. Desde 2004 dirige una pequeña escuela de posgrado para jóvenes graduados de psicología. Tiene formación actoral y participó de la película El cielo del centauro (2015), dirigida por Hugo Santiago.

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Galerna 280 págs.
Veintisiet­e noches Natalia Zito Galerna 280 págs.

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