Todo lo que el Estado fue y sigue siendo
Filosofía. El historiador alemán Reinhart Koselleck, referente de la historia conceptual, indaga en el origen de una palabra de múltiples usos y sentidos.
La historia construye su objeto de su estudio, su cuerpo de conocimiento mediante hechos, procesos, ideas, personajes, las culturas, su desarrollo y conflictos. O la historia se piensa a sí misma, ensaya una reflexión sobre las condiciones del saber histórico, o sobre los conceptos que mutan y significan en un periodo epocal determinado. En este último corredor de análisis anida la obra del historiador alemán Reinhart Koselleck, referente máximo de la historia conceptual, y centro del libro El concepto de Estado y otros ensayos, de Fondo de Cultura Económica, de reciente publicación, con selección de textos y prólogos de Claudio S. Ingerflom y Elías J. Palti.
Reinhart Koselleck fue catedrático de la historia en la Universidad de Bielefeld, discípulo de Carl Schmitt, y de Hans-Georg Gadamer, con quien escribió Historia y hermenéutica. Empezó a alcanzar trascendencia a través de su tesis doctoral Crítica y crisis. Un estudio sobre la patogénesis del mundo burgués (1954).
Luego de algunos cambios o dudas en su vasta investigación, Koselleck desarrolló la noción de “estratos” como punto de engarce entre lo cambiante y lo continuo, y como reflejo de “la naturaleza histórica del ser humano”. En su historia, los conceptos observan continuidad semántica en sus significaciones, pero siempre bajo una innovación lingüística.
La voz Estado, por ejemplo, varía en su significación por la diferencia entre los lenguajes nacionales tras la Revolución Francesa. En Alemania “Staat” remite al concepto político central de Estado, mientras que en francés “etat” refiere a “republique” o “empire” (por el Segundo Imperio de Napoleón III), y conserva además significados vinculados a la política exterior.
En Estado, Koselleck traza un itinerario en el que explora el Estado antes del Estado y su terminología en la edad media tardía; en la anticipación en la Italia del siglo XV y XVI pasando por Maquiavelo; en la Alemania hasta la guerra de los Treinta Años, en el “Estado-Príncipe” y “la societas civilis” en el siglo XVIII, y la constitución del ámbito de lo estatal en la incorporación del espacio o territorio; y ausculta también el concepto bajo el alero de la Revolución Francesa, que obligaba al concepto de Estado a su “modificación innovadora”, a su reforma y progreso.
Se rechazó entonces enfáticamente la metáfora de la máquina para entender lo propio del Estado; y la dilucidación de su verdadera significación fue asumida con intensidad por la meditación filosófica entre la segunda parte del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX. De ahí la incorporación por Koselleck de la perspectiva histórica filosófica, en la que sondea el Estado en Kant y Fichte; Federico Schiller y el concepto de Estado que deviene en un Estado estético que los románticos luego, fuera de toda articulación política, convertirán en un Estado poético.
Hegel es recordado por Koselleck en su concepto general de Estado asentado en una constitución política, que comprende la familia y la sociedad, los individuos y los estamentos para asegurar la libertad, tras la Reforma y la Revolución. En el siglo XIX el concepto de Estado se había trasformado en esencial para la teoría del derecho político o en la práctica.
En el relevamiento crítico del concepto de Estado por Koselleck, es de fina meticulosidad analítica la sección “Plano lexical”, en cuanto a las variantes de significados de la palabra Estado en Francia y Alemania entre los siglos XVIII y XIX. Y en la continuidad de su análisis emerge también el vínculo del Estado con la soberanía del pueblo, el Estado de derecho y sus críticos, o la expansión del concepto de Estado de derecho a Estado cultural, y la cuestión del Estado y la sociedad civil unificados a través de la metáfora del organismo.