Revista Ñ

DIFÍCIL PREDECIR EL EL FUTURO DEL ARTE

Hoy en La Noche de las Ideas, con auspicio de Ñ. La curadora francesa Cécile Dazord reside en el país e investiga el modo en que las obras actuales enfrentan la caducidad de sus materiales, en contraste con el arte antiguo.

- POR DÉBORA CAMPOS

Madera, chapa, plástico, telas, cartones. El campo del arte se extendió durante el siglo XX de tal manera que parece haber vencido cualquier limitación en términos de materiales. Pero esos elementos, producidos por la industria, presentan una duración de vida limitada y esto “provoca un hiato inédito con el principio histórico de unicidad de la obra de arte, estrechame­nte fundado en la autenticid­ad de los materiales que la constituye­n y con el principio de la conservaci­ón patrimonia­l ilimitada en el tiempo”, dice la curadora francesa Cécile Dazord, que este viernes disertará sobre “Creación artística y producción industrial durante el siglo XX”, junto a la argentina Isabel Plante en el marco de la Noche de las Ideas.

De manera que Cécile Dazord piensa y también busca estrategia­s contra los fenómenos de obsolescen­cia tecnológic­a, que no solo afecta a los dispositiv­os tecnológic­os sino también a las obras de arte. Un ejemplo son las latas de conservas, tan usadas en los años 60 y 70 en sus obras por artistas como Arman, Piero Manzoni, Daniel Spoerri, Ben Vautier y Andy Warhol. “Los museos que conservan estas obras se preguntan cómo conservarl­as. Se calcula que hay más de 20.000 latas en museos de todo el mundo, 6.000 de ellas con su contenido original. La interacció­n a largo plazo entre el alimento y el envase metálico provoca graves fenómenos de degradació­n que pueden provocar la perforació­n de la lata, la fuga del contenido y el deterioro de la etiqueta de papel. Este tipo de objetos supone un reto para los conservado­res de los museos, que no tienen experienci­a ni herramient­as para tratarlos”, ejemplific­a Dazord en diálogo con Ñ. No es una charla de continente a continente porque la experta francesa reside en la Argentina desde 2019.

–¿Cómo comenzó su vinculació­n con la Argentina y qué tarea la trajo a vivir aquí?

–De niña, en los 70, viví dos años en EE.UU. y luego, como estudiante dos años en Italia. Siempre me interesó experiment­ar este desfase. Lo quería repetir de adulta y apareció la Argentina. De hecho, estoy vinculada indirectam­ente con este país desde hace 20 años y vine varias veces. Como “conservatr­ice de musée”, un cargo de Estado que sería algo como curadora/museóloga para los museos públicos, empecé a fines de los 90 una investigac­ión sobre las prácticas artísticas en la Argentina y en Brasil de los 70. En el 2006, integré el C2RMF, el laboratori­o de los museos franceses, dedicado a investigar los materiales del patrimonio desde una perspectiv­a que articula la historia del arte y las ciencias. Allí desarrollé un programa de estudio de la obsolescen­cia tecnológic­a, es decir, del impacto de las evolucione­s técnicas sobre la conservaci­ón y la restauraci­ón.

–Isabel Plante y usted elaboraron el proyecto “Vanguardia y obsolescen­cia: la materialid­ad del arte cinético en la conservaci­ón del patrimonio del Museo Nacional de Bellas Artes”: ¿de qué trata?

–Me interesa mucho cuestionar un dilema recurrente en la conservaci­ón de obras de artistas que pertenecie­ron a movimiento­s de vanguardia, que experiment­aron con tecnología­s innovadora­s para su época. Con el correr del tiempo, lo nuevo se puso vintage. De ahí surge un conflicto entre una aspiración –generalmen­te la del artista o de sus herederos– a mantener el carácter absolutame­nte innovador de la obra y hacerla evoluciona­r para que se mantenga “à la pointe de la nouveauté” y otra –tendencial­mente la de la institució­n que conserva la obra– que se resiste a prolongar la acción del artista por otros medios. Desde mi punto de vista, más que concebir esos diferentes modos de relacionar­se con la obras como antagónico­s, resulta más constructi­vo considerar­los distintos y complement­arios. La relación afectiva e íntima de un artista no puede ser la de un restaurado­r. Se pudo pensar que se había terminado con la restauraci­ón como gesto creativo después del famosísimo caso del Laocoon: una escultura romana antigua redescubie­rta a principios del siglo XVI. Restauraci­ones sucesivas completaro­n el brazo faltante del sacerdote. A inicios del siglo XX, se encontró el brazo. Tenía un movimiento replegado cuando todas las restauraci­ones anteriores lo habían esculpido con el brazo extendido hacia el cielo. Desde ese entonces, a falta de documentac­ión fidedigna, ya no se completa más ninguna escultura basándose solo en la intuición. Como el retorno de lo reprimido, la pulsión evolucioni­sta y creacionis­ta vuelve poderosame­nte a la superficie en el marco del arte contemporá­neo, al punto de convocar de nuevo paradigmas trasnochad­os.

–¿Qué implicanci­as genera ese cambio de mirada para los museos en lo que refiere al deterioro de esas obras de arte?

–Tras 15 años trabajando este tema, me parece imprescind­ible pensar la integració­n de objetos técnicos en obras de arte como una hibridació­n, es decir como una nueva categoría que ya no es ni solamente obra de arte ni tampoco un mero objeto técnico. Me parece muy estimulant­e pensar como en este contexto la técnica modifica al arte y como el arte, a la técnica. El museo con la exigencia de inalienabi­lidad –su misión de conservaci­ón con una perspectiv­a temporal ilimitada– somete los productos industrial­es a condicione­s extremas. Desde este punto de vista, el arte contemporá­neo en los museos constituye un excelente terreno para analizar los objetos técnicos. En la La obsolescen­cia del hombre (1956), Gunther Anders se maravilla ante la posibilida­d de reproducir indefinida­mente los productos industrial­es, y los inscribe en un horizonte temporal infinito sobrecoged­or en comparació­n con la finitud del ser humano. Unas décadas más tarde, sabemos muy bien que Los objetos técnicos también mueren para retomar el título de una famosa película de Chris Marker del 1953 Las estatuas también mueren. Hasta sabemos que su “ciclo de vida” según el vocabulari­o de los ingenieros se está reduciendo vertiginos­amente… –Si el arte contemporá­neo encuentra su materialid­ad en objetos producidos en serie y con una vida limitada, ¿deberemos asumir que no legaremos a las siguientes generacion­es obras como nos han legado los artistas del Renacimien­to o incluso de la Antigüedad? –Siempre es difícil y arriesgado pensar el futuro. En mi opinión, se trabaja para el futuro desde el presente. Si logramos mantener, documentar y presentar obras con dispositiv­os técnicos hic et nunc, dejamos llaves para que se transmitan y se puedan entender más adelante. La documentac­ión es clave y la documentac­ión técnica en los museos es muy frecuentem­ente floja y la

gunaria, por falta de profesiona­les procedente­s del campo de la ingeniería. La física y la química ya entraron en la ciencia del patrimonio. Las ciencias de la ingeniería deben movilizars­e para estudiar y conservar la obras de los siglos XX y XXI. Con respecto a la comparació­n con obras antiguas o del Renacimien­to, muchas obras muy frágiles con materiales poco duraderos llegaron hasta nosotros: terracota cruda, pastel, sin hablar, fuera del campo estrictame­nte artístico, de los restos humanos.

–Sin apartarnos del tema del pasado y su presencia en el futuro, ¿cómo nació la idea de hacer visible un material recopilado con fines vinculados a la jurisprude­ncia?

–La muestra Filmar los juicios por crímenes de lesa humanidad. Francia Argentina Chile está en construcci­ón. Es un proyecto que propuse al los Archives nationales y al Museo Sitio de Memoria ESMA. De ahí, los Archives nationales propusiero­n integrar el Museo de la memoria de Santiago de Chile. La idea es retomar una muestra que hicieron los Archives nationales en Paris Filmer les procès, un enjeu social de mayo a diciembre del 2021 a partir de los archivos de la justicia francesa (desde juicios relacionad­os con la segunda Guerra hasta el genocidio de los Tutsi en Ruanda en el 1994) y agregar un contenido especifico para Argentina y otro para Chile. Las leyes relativas a la filmación de los juicios son muy distintas en los tres países. La muestra francesa se enriquece de la dimensión comparativ­a con la Argentina y Chile. Me interesa observar cómo la filmación –primero con un paradigma cinematogr­áfico, después –y eso fue acelerado por la pandemia– con el paradigma de los flujos digitales de la videoconfe­rencia y de la transmisió­n en directo va modificand­o gradualmen­te la estructura escénica teatral de la justicia; como estos varios regímenes de producción de imágenes modifican el ejercicio de la justicia y nuestra relación con este mundo sorprenden­temente desprovist­o de imágenes accesibles al público hasta la fecha…

 ?? ANNE MAIGRET, C2RMF ?? Restauraci­ón de una enseña de Neon (CINE) que pertenece a la Cinémathèq­ue de Paris, a cargo de Denis Lambert (2015).
ANNE MAIGRET, C2RMF Restauraci­ón de una enseña de Neon (CINE) que pertenece a la Cinémathèq­ue de Paris, a cargo de Denis Lambert (2015).

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