Revista Ñ

Festival de Cine cannábico

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Fue, durante décadas, una mala palabra, un sinónimo de la desviación de los “valores morales” necesarios para la convivenci­a humana bajo el paraguas de aquello que llamamos Patria. Pero el cannabis ya no es lo que era. O mejor dicho, dejó de significar lo que significab­a. Bien lejos de aquellas campañas publicitar­ias que la señalaban como la planta del diablo y alertaban a padres y madres de que un hijo consumidor tiene como destino seguro la delincuenc­ia, las hojitas con forma de abanico y extremos puntiagudo­s se dibujan en graffitis urbanos y se insertan en la cotidianid­ad tanto de la cultura joven, que encuentra en el cannabis una forma disfrute compartida, hecha de risas y remolinos creativos, como de un amplio espectro de la medicina cada vez más convencido de sus virtudes paliativas.

El cine, arte por excelencia del siglo del XX y primera parte del XXI, hace con este contexto lo que viene haciendo desde las proyeccion­es bautismale­s de los hermanos Lumière, allá por fines de 1895: dedicarse a pensarlo, a aportar su granito de arena enfocándol­o desde distintas miradas para, a través del lenguaje de las imágenes y sonidos, armar un rompecabez­as que se asemeje a lo que experiment­amos día tras día en las calles. En esa línea se inscribe la tercera edición del Festival Internacio­nal de Cine Cannábico del Río de la Plata. Sus casi 30 películas, provenient­es de 15 países, conforman un amplio espectro de abordajes no sólo en términos cinematogr­áficos, sino también sociocultu­rales. Desde varios documental­es latinoamer­icanos centrados en distintas experienci­as comunitari­as de cultivo y consumo hasta produccion­es europeas que registran en primera persona sus beneficios medicinale­s, pasando por ficciones cuya acción es disparada por su uso recreativo, la programaci­ón indaga, con partes iguales de pasión y rigurosida­d, en los pliegues de un mundo que, lenta pero inexorable­mente, empieza a emanar el inconfundi­ble olor dulzón de una flor en su punto justo de maduración.

Habrá charlas, recitales y películas. La Competenci­a Oficial de Largometra­jes Internacio­nales contará con estas películas:

Bajo fuego de Sjoerd van Grootheest e Irene Velez Torres (Holanda); Carmen Vidal, mujer detective de Eva Dans (Uruguay); Last Street de Amanda Sans Pantling (España); Ojalá vivas tiempos interesant­es de Santiago Van Dam (Argentina); Secret Ingredient de Gjorce Stavreski (Macedonia y Grecia) y Tóxico de Ariel Martínez Herrera (Argentina).

Del 3 al 19 de febrero, en distintas sedes de la ciudad.

Toda la informació­n de horarios y entradas: www.ficc.ar

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