Revista Ñ

INTIMIDAD REAL DE LOS AMORES DURADEROS

Entrevista. El escritor Carlos Skliar se detiene en la voz de un grupo de mujeres para perfilar las singularid­ades de los vínculos que permanecen.

- POR FLORENCIA BORRILLI

Esta vez, la zona de exploració­n no fue para Carlos Skliar ni la escritura, ni la educación y tampoco la filosofía, todos territorio­s que visita con frecuencia y que referencia­n su prolífica obra. No, esta vez, el tema es el amor. “En los textos no hay una propuesta sobre el amor, sino unas variacione­s que miran de frente –apenas– un rasgo particular: su durabilida­d como expresión de una virtud posible entre las parejas que participan del documental y que así lo exponen en carne viva. Que el amor dure, que algo dure en fin, ya no como un anacronism­o o una resistenci­a a la urgencia de los afectos, sino como un gesto que, sin proponérse­lo, no se decide por lo efímero”, dice a Ñ para empezar a hablar sobre Variacione­s sobre el amor, su más reciente libro.

El documental al que refiere es Dorados 50, con dirección de Alejandro Vagnenkos y Víctor Cruz, una exploració­n por lo que representa tener 50 años, tanto sea de vida como de matrimonio. En ese proyecto, Skliar fue parte (interpretó un rol en la trama) y ahora la película da origen a su libro en un diálogo abierto entre obras y autores que se animan a circular entre géneros y lenguajes. “Al escuchar a las mujeres del documental –mujeres de cierta edad, con una determinad­a biografía, en un determinad­o espacio y tiempo– se percibe la honestidad con que se refieren al amor en términos de confianza, transparen­cia, cotidianid­ad, conversaci­ón, travesías y trayectori­as, sin obviar los laberintos, las indecision­es, los titubeos, las líneas de fuga. Hay allí una gestualida­d que excede cualquier definición mezquina del amor y que se confunde y mezcla con la noción de complicida­d, de cofradía, de compañía, de sostén”, dice el investigad­or del Conicet y de Flacso. Y se dispone a decodifica­r las claves de esos romances longevos.

–¿Cómo describirí­as el amor?

–Me siento muy próximo a una cierta noción de “amorosidad” más que de amor, como si extendiend­o la longitud y sonoridad de la palabra en cuestión encontrase allí una gestualida­d más abarcadora y menos mezquina, con más matices, menos objetualiz­ada y cosificada. No tiene que ver con su duración sino con su intensidad, se desprende del egoísmo autorrefer­encial, hay un modo particular de atención, de fascinació­n, de curiosidad, de obsesión y de cuidado. Y, sobre todo, hay alteridad, todo aquello que no puede ser planificad­o ni previsto, lo que sobreviene de modo impensado, lo radicalmen­te otro de las aparentes certezas.

–¿Por qué nos preguntamo­s acerca del amor? –Algunas preguntas sobre el origen y sobre la trascenden­cia insisten en permanecer entre nosotros, aunque esta época se ufana de convertir lo trascenden­te en inmanente y lo inmanente en una satisfacci­ón más o menos inmediata de preguntas que no acaban de formularse y el mundo ya se ha encargado de responder de antemano. ¿Por qué la pregunta sobre el amor persiste si otras preguntas sobre nuestro origen y nuestra existencia parecen haberse abandonado o incluso olvidado? Quizá porque todavía no nos satisfacen las respuestas a medida o porque la pregunta no está formulada del todo o es insuficien­te: en el amor hay corporalid­ades, gestualida­des, acciones, potencias e impotencia­s, discursos. En el amor hay claroscuro­s. El amor abre paisajes, los deja entre tinieblas o los clausura. El amor embiste, reviste, desviste y desiste. En el amor hay sosiego y desasosieg­o. En el amor también hay desamor, e inunda la existencia porque continúa a través de la escritura, la conversaci­ón, la duda, la ficción. Inunda, ahoga, asfixia, hay respiració­n, nacimiento, recomienzo o final en cualquier orden o desorden que se precie.

–¿Por qué proponés preguntarn­os qué hay en el amor en vez de qué es el amor?

–Esa ha sido una clave para el documental pero también lo es para mi vida y para la tarea u oficio o arte de enseñar que encarno cotidianam­ente. Puede ser entendida como una clave metodológi­ca, es decir, el hecho de quitarse de la esencialid­ad para dar paso a las diferencia­s, a la multiplici­dad de existencia­s. Reconozco aquí una herencia precisa, la del filósofo Ludwig Wittgenste­in, que de algún modo provoca el giro de la pregunta: “¿qué es algo?” –el lenguaje en su caso– por esta otra: “¿qué hay en algo?”. La diferencia entre el “es” y el “hay”, a mi modo de ver, es crucial: es el debate entre el ser y el estar o los modos del ser y del estar. En otra dirección podría decir que tiene que ver con el tipo de lenguaje que se abre al proponer esta doble forma de interrogac­ión: delante del “es” parece solo haber una respuesta posible que atañe al ser o no ser; delante del “hay” se abre una potencia narrativa inaudita. El “es” no solo es esencialis­ta o determinis­ta, también es conceptual­mente autoritari­o. En cambio, el “hay” es hospitalar­io de las diferencia­s de voz.

–¿Qué cambió con el feminismo en la forma de vincularse afectivame­nte hoy?

–Quizá haya que pensar que el amor ya no toma la forma de una estructura o de un sistema o de una condición; tal vez hoy contenga un atributo más situaciona­l, vinculado a la pasión por lo inmediato y que se disemina de un modo mucho más sutil y diverso entre los cuerpos. Quizá se trate de un amor que no busca su continuaci­ón ni perpetuida­d sino su multiplici­dad y desenlace. Probableme­nte tenga otras cualidades de transparen­cia, de arrojo, de otra temperatur­a e incandesce­ncia. Puede ser que se trate de un amor no visto como cronología sino como ocasión, un amor que ya no se interpreta únicamente en términos de causas-consecuenc­ias sino de intensidad. Aun así habría que alejarse de cualquier generaliza­ción. Si hay algo que resiste a la ley, al tiempo, a las institucio­nes y a las normas, eso es el amor.

–¿Qué opinás sobre el machismo y sobre la revisión que hace el feminismo al respecto? –Me conmueve profundame­nte la radicaliza­ción de la diferencia feminista en la política, la cultura, el lenguaje. Es indudable que para que el mundo no continúe siendo machista –ni sexista, ni patriarcal, ni autodestru­ctivo– se hacen necesarias una interrupci­ón, una ruptura, una rebeldía y de modo alguno una continuida­d o una extensión del mundo vigente. El machismo es una de las más tristes naturaliza­ciones de la colonialid­ad de los cuerpos, una de las más dolorosas y violentas, pues da por sentado una debilidad constituti­va y una potestad de dominio allí donde habría una fragilidad común. El machismo es, entre otras cuestiones, el fin de la conversaci­ón y de la vida. El feminismo, cuando es capaz de encarnar la fuerza de la propia determinac­ión sobre sí mismo, cuando no se detiene solamente en la crítica al machismo ni en una identifica­ción jurídica, sino que avanza hacia una concreción de otro modo de hacer mundos y de hacer vidas, asume un modo completame­nte distinto de lo político y de los cuidados en un tiempo de descuidos mayúsculos.

 ?? ?? Escritor y especialis­ta en educación, Carlos Skliar particip{ó primero en el documental Dorados 50, antes de retomar algunas de sus historias.
Escritor y especialis­ta en educación, Carlos Skliar particip{ó primero en el documental Dorados 50, antes de retomar algunas de sus historias.
 ?? ?? Variacione­s sobre el amor
Carlos Skliar, Víctor Cruz y Alejandro Vagnenkos
La luminosa
108 págs.
$ 1.800
Variacione­s sobre el amor Carlos Skliar, Víctor Cruz y Alejandro Vagnenkos La luminosa 108 págs. $ 1.800

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina