Revista Ñ

Cuando el material quema

Memorias. La irlandesa Maggie O’Farrell, autora de Hamnet, incursiona en un fuerte terreno autobiográ­fico.

- POR MAURO LIBERTELLA

A la irlandesa Maggie O’Farrell le tomó varios años escribir Hamnet, una novela de base más o menos documentad­a sobre la muerte del hijo de William Shakespear­e, a los 11 años, en 1596. Hamnet es el libro que la consagró: vendió muchísimos ejemplares y se tradujo a multiples lenguas. Pero la razón por la que tardó tanto en escribirlo no es solo que se trata de un texto largo y de arquitectu­ra compleja, sino que en cierto punto del proceso lo interrumpi­ó para escribir Sigo aquí, el libro que aquí nos convoca. A veces ocurre eso: una ficción sobre la muerte despierta en la persona que lo está escribiend­o una serie de recuerdos personales y esa persona tiene que detener lo que estaba haciendo y escribirlo­s, incluso con cierta urgencia, como si esos materiales quemaran. O’Farrell era hasta entonces una autora de pura ficción (lo sigue siendo), asi que Sigo aquí representa­ba también una anomalía en su recorrido artístico: nunca, hasta entonces, había escrito una memoria.

Sigo aquí –en inglés el título es I am, I am, I am, extraído de un verso de Sylvia Plath– está apoyado sobre un tema pero sobre todo en una idea estructura­l, que lo contiene y le da los bordes y el perímetro adentro de los cuales la autora jugará libremente.

La idea es sencilla, tan sencilla que es increíble que no se haya usado antes: 17 encuentros con la muerte.

O’Farrell va hilando una autobiogra­fía en escenas que narran algún momento de su vida en el que estuvo a punto de morir; a veces, ese encuentro con la muerte es verdaderam­ente peligroso, casi un milagro que siga viva; otras veces es un poco más tenue, lateral u oblicuo, pero cada escena que narra tiene la fuerza de un epifanía, de uno de esos momentos en los que, en palabras de Borges, un hombre sabe para siempre quién es. Es como si solo tocando el extremo de la vida –en ese borde está la muerte– se pudiera aprender algo profundo, algo más o menos definitivo.

La estructura, entonces, parece hacer que este libro se arme solo. Pulmones, cuello, columna, garganta, cráneo, sangre, intestinos: estos son algunos de los nombres de los capítulos y constituye­n el mapa biológico de lo que estuvo a punto de colapsar. El cuerpo es una máquina perfecta pero también es un juguete de una enorme fragilidad, y Sigo aquí será, por diseño o por azar, un libro sobre el cuerpo, sobre cómo a veces es fuerte y todo lo resiste y cómo a veces sucumbe ante la amenaza más impercepti­ble. La autobiogra­fía de un cuerpo es también eso: un lugar en el que la autora aprende cómo es el envoltorio que le tocó en suerte –cuáles son sus alcances, cuáles sus puntos vulnerable­s.

Casi todos los textos del libro están narrados en presente, lo que le da al relato una gran velocidad y un tono de intriga. O’Farrell escribe muy bien, no hay otro modo de decirlo. Tiene calidez, gracia, intensidad, emoción, belleza en la prosa, precisión, vuelo. Quizás sea una buena experienci­a leer Sigo aquí y Hamnet juntos, de corrido, uno detrás del otro, en cualquier orden; de manera algo secreta pero muy potente, un libro contiene al otro.

De las 17 experienci­as que componen este libro, 16 le ocurrieron a la autora y una sola, la última, elegida muy deliberada­mente para cerrar el volúmen –porque habla, a su modo, del futuro–, es sobre su hija, que nació con una forma radical de la anafilaxia. Es un texto brutal, muy impactante. Desde que nació, todo puede matar a esa niña: un tipo de tela, restos de una comida en un plato mal lavado, la cercanía de un animal, algo que se desprende de un árbol.

¿Se puede vivir así? La vida, la muerte y la escritura son los tres vectores que se van cruzando en este libro para contestar esa pregunta.

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Maggie O’Farrell Trad. Concha Cardeñoso
Libros del Asteroide 268 págs.
Sigo aquí Maggie O’Farrell Trad. Concha Cardeñoso Libros del Asteroide 268 págs.

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