Mahraganat: canción rebelde de Egipto
Música y censura. La prohibición impuesta a 19 cantantes populares egipcios pone a prueba el poder de la vieja guardia en el país y la región.
La canción comienza de la manera habitual en la música pop egipcia: un enamoramiento secreto entre dos jóvenes vecinos que, al no poder casarse, flirtean con miradas furtivas y se entregan el corazón en una danza agridulce de añoranza y espera.
Pero luego la letra da un giro radical. “Si me dejas”, grita el cantante, Hassan Shakosh, “estaré perdido y me iré, beberé alcohol y fumaré hachís”.
La canción, “The Neighbors’ Daughter” (La hija de los vecinos), se ha convertido en un éxito gigantesco que ha tenido más de 500 millones de visitas a su video sólo en YouTube y ha catapultado a Shakosh al estrellato. Pero la referencia explícita a las drogas y el alcohol, sustancias culturalmente prohibidas en Egipto, ha convertido la canción, lanzada en 2019, en un tema polémico en una guerra cultural sobre qué es un rostro y un tema aceptables para la música popular y quién puede decidirlo.
La batalla, que enfrenta al establishment cultural egipcio con un género musical rebelde que aman millones de jóvenes egipcios, recrudeció después de que la organización que otorga licencias a los músicos prohibiera a al menos 19 jóvenes artistas cantar y actuar en Egipto.
La organización, el Sindicato de Músicos Egipcios, acusó a Shakosh y otros cantantes del género, conocido como mahraganat, de normalizar, y por lo tanto fomentar, comportamientos decadentes; dar una imagen equivocada de Egipto y estropear el gusto del público. “Están creando un movimiento caótico en el país”, dijo Tarek Mortada, portavoz del sindicato.
Los cantantes prohibidos han sido expulsados de clubes, conciertos y bodas. Algunos siguieron actuando en el extranjero o en fiestas privadas, pero han tenido que rechazar contratos publicitarios y otras oportunidades de ingresos.
“No pueden convencerse de que estamos aquí para quedarnos”, dijo Ibrahim Soliman, de 33 años, mánager y amigo de la infancia de Shakosh. “¿Cómo pueden decir que alguien como Shakosh da una imagen equivocada de Egipto cuando sus canciones son escuchadas y compartidas por el país entero?”.
Los fans estaban indignados. Un meme mostraba al líder del sindicato, un cantante pop de clásicos románticos de los años 70, ordenando a la gente que dejara de cantar en el baño.
La batalla refleja los conflictos culturales de toda la región, donde los gobiernos autocráticos de países socialmente conservadores han intentado censurar cualquier expresión que cuestione las costumbres tradicionales.
Pero las plataformas de streaming y de redes sociales han abierto enormes brechas en la muralla de esa iniciativa, permitiendo a los artistas eludir los medios aprobados por el Estado, como la televisión y las compañías discográficas, y llegar a una generación de nuevos fans ávidos de acceder a lo que consideran un contenido más auténtico y pertinente.
El mahraganat surgió hace más de una década en los densos y tumultuosos barrios obreros de El Cairo y, por lo general, se sigue haciendo en estudios caseros de baja tecnología, a menudo sin más equipo que un micrófono barato y un software pirateado.
Este género crudo y frontal -con letras directas sobre el amor, el sexo, el poder y la pobreza- refleja la experiencia y la cultura de un amplio sector de la juventud marginada que vive en esos barrios, al compás de un ritmo bailable y palpitante.
Pero sus rimas pegadizas y sus ritmos electrónicos no tardaron en generalizarse y ahora resuenan en los glamorosos salones para casamientos de la élite.