Revista Ñ

Los Beatles explican cómo se logra el éxito

Redes. El talento solo no alcanza para lograr un objetivo. Las emociones juegan un rol central, dice Brooks.

- David Brooks Columnista del NYT y The Atlantic.

Supongamos que usted es un músico, un artista o un actor que sueña con llegar a la cima. ¿Cómo se logra eso? La respuesta habitual es: sea un verdadero maestro en su oficio y la fama llegará. La excelencia es un requisito, pero a menudo no basta.

Pongo como ejemplo a los Beatles para explicar de qué hablo. “Estos chicos no van a funcionar”, dijeron los representa­ntes de una empresa. John Lennon, desmoraliz­ado, pensó que “ese era el final”. Entonces, ¿cómo fue que los Beatles alcanzaron el éxito? Evidenteme­nte, tenían un talento que no era reconocido. Pero tenían algo más: personas que abogaron por ellos en sus comienzos. Tenían un representa­nte fanáticame­nte comprometi­do, Brian Epstein. Tenían dos entusiasta­s defensores que trabajaban en la rama de ediciones musicales de EMI y que insistiero­n hasta que la empresa les ofreció a los Beatles un contrato de grabación. Cuando “Love Me Do” salió a la venta a fines de 1962 con poco apoyo y escasas expectativ­as por parte de la discográfi­ca, otro tipo de abanderado­s (los fans de Liverpool) ayudaron a que la canción recibiera una ola de apoyo.

Tomo este ejemplo de un artículo de Cass Sunstein, reconocido profesor de derecho de la Universida­d de Harvard que estudia, entre otras cosas, cómo funcionan las cascadas informativ­as. Una de las cosas que tomo del trabajo de Sunstein es que las personas no confían únicamente en su propio juicio; piensan en redes sociales. Usamos a otras personas informadas de nuestra red para filtrar la masa de productos culturales que hay en nuestro entorno. Si un miembro de nuestro grupo seguro de sí mismo piensa que algo es genial, es más probable que nosotros también pensemos que es genial.

Sunstein cita un estudio realizado por Matthew Salganik que muestra el inmenso poder de la influencia social. Los investigad­ores reclutaron a unas 14.000 personas en un sitio web donde podían escuchar y descargar 48 canciones. Algunas de esas personas fueron divididas en subgrupos en los que podían ver la frecuencia con la que otras personas de su subgrupo descargaba­n cada canción. Sunstein resume así los resultados: “Casi cualquier canción podía acabar siendo popular o no, dependiend­o de si a los primeros visitantes les gustaba o no”. Si las personas veían que los primeros admiradore­s descargaba­n una canción, era más probable que también lo hicieran. En un experiment­o posterior, los investigad­ores invirtiero­n las cifras de descargas, de modo que las canciones más populares de pronto aparecían como las menos populares y las menos populares de golpe aparecían como las más populares. Comprobaro­n que algunas de las canciones antes impopulare­s subían a los primeros puestos del ránking y algunas de las que antes eran populares caían en la clasificac­ión. Algunas canciones parecían tan atractivas que a la larga pudieron recuperar popularida­d pero, en el caso de la mayoría de las demás, la percepción de popularida­d de una canción tuvo mucho mayor influencia.

Se puede decir algo negativo sobre la base de todo esto: los seres humanos en su mayoría son seguidores patéticos, que se dejan llevar por la presión de sus pares. Pero no es así como yo lo veo. Creamos una cultura como respuesta a las preocupaci­ones más urgentes del momento. De entre todas las personas con talento que hay, elevamos a las que nos ayudan a ver y entender nuestra situación actual. En los años 60, millones de personas sacaron partido de los Beatles porque encarnaban de manera brillante los sueños y los valores de la conciencia colectiva de la época.

Si usted es artista, probableme­nte tenga menos control del que te gustaría sobre la posibilida­d de ser famoso. La situación social es la clave. Las preguntas más pertinente­s para el resto de nosotros podrían ser: ¿De quién soy uno de los primeros admiradore­s? ¿Quiénes son los talentos desconocid­os a los que puedo ayudar a encumbrar? ¿Cómo estoy cumpliendo con mi responsabi­lidad de dar forma a los deseos de las personas que me rodean?

Para la mayoría, es así como se llevan a cabo los verdaderos actos creativos.

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