Mercado de cocaína en alza
El consumo de sustancias está nuevamente en el centro de la discusión pública. El caso de la cocaína adulterada que provocó la muerte de 24 personas expone con crudeza las prácticas del tráfico y actualiza un debate que en la historia reciente se ha parecido a un diálogo entre sordos. El contexto más revelador del episodio podría encontrarse en las cuestiones que el politólogo Sebastián Cutrona releva en su libro Drogas, política y actores sociales en la Argentina democrática (Eudeba): la ausencia de “un modelo consistente en el tiempo para abordar la problemática de las drogas ilícitas” y como trasfondo los vaivenes y tensiones de los gobiernos constitucionales.
Cutrona expone el centro de su argumentación: Argentina dejó de ser el lugar de tránsito para las organizaciones criminales que traficaban hacia Europa y Estados Unidos y se convirtió en un “país de ciclo completo”, que como tal incluye también un importante mercado para el consumo –informes internacionales de 2010 acreditaban que “los argentinos consumían cinco veces más cocaína que el promedio mundial, representando una de las tasas de uso más altas del mundo”- y una infraestructura consolidada para la manufactura de drogas.
“Lo que entendemos como política de drogas en Argentina se caracteriza por el antagonismo y tiene, como el dios Jano, dos caras: por un lado ha favorecido un sistema punitivo especialmente contra los consumidores y por otro ha promovido la defensa de los derechos humanos”, dice Cutrona desde Nueva Delhi, donde reside y se desempeña como profesor asociado y vicedecano de la Jindal School of International Affairs. En ese marco, “el libro trata de explicar por qué esas tensiones no se materializaron en una política progresista o bien en una más cercana a la que llevaron adelante países como Colombia o México: qué hacer con el problema de las drogas es la pregunta que Argentina tiene pendiente desde el retorno de la democracia”.
La crisis de 2001 señala una bisagra también en la historia de las drogas en Argentina. Ante el crecimiento de los índices de delincuencia, dice Cutrona, “muchos políticos comenzaron a sostener que el deterioro de la situación de seguridad en la Argentina estaba de alguna manera vinculado con el problema de las drogas”. El diagnóstico excedía los eventuales oportunismos, ya que “la evidencia empírica sugiere que el papel de la Argentina en la economía política de las drogas ilícitas estaba cambiando a principios de siglo”.
En el libro, el investigador evalúa el desarrollo de grupos narcos en Rosario –“un enclave fundamental para el tráfico de cocaína destinada a Europa y el consumo doméstico”- y la ciudad de Buenos Aires. Cutrona explica en detalle cómo la nueva ubicación de la Argentina en la economía de las drogas transforma la estructura del crimen organizado local y aumenta los niveles de violencia; el análisis resulta particularmente notable para el caso rosarino, cuya comprensión suele ser oscurecida por el tratamiento aislado de los fenómenos y el mismo impacto que generan los hechos.
Cutrona no tiene la mejor opinión de las concepciones que rodean a las gestiones públicas: “La política argentina está cada vez más lejos de la evidencia científica. El caso más claro fue el debate presidencial de 2015, donde las propuestas en materia de drogas y seguridad de los tres principales candidatos apuntaban a involucrar a las Fuerzas Armadas, replicar los modelos fallidos de todo el continente latinoamericano y avanzar en un proceso de criminalización todavía más agudo. La política viene a trasmano de los estudios y de los reportes internacionales que señalan la necesidad de corregir el rumbo después de cuarenta años de gestiones fallidas”.
En el prólogo del libro, el politólogo Gabriel Tokatlian advierte sobre la evolución del problema en el futuro de la pospandemia y la posibilidad de que el narcotráfico se convierta “en un creciente proveedor de empleo, ingreso y bienes, protección y ascenso social, convirtiéndose –en determinados espacios– en un actor con mayor legitimidad ante el deterioro de las instituciones”.