Revista Ñ

Sangre y drogas en el mapa rutero argentino

- POR HÉCTOR PAVÓN

Una certeza recorre el mundo de la justicia, de las fuerzas de seguridad y de quienes sufren sus consecuenc­ias: en la Argentina el narcotráfi­co no dejó de crecer desde los 90 al presente. Y también, que este es un territorio de producción de drogas. Semana a semana, noticias sangrienta­s llegan desde Rosario. Una despiadada violencia ha desplazado el eje del asombro en esa ciudad y sus arrabales. Las ilusiones de entrar en el juego, salir de la pobreza y enriquecer­se pueden terminar fácilmente en la muerte. Las víctimas de la balacera cerca del barrio cerrado donde se celebraba un casamiento a fines de enero explican este nuevo escenario en el que los sicarios también cruzaron una línea sin retorno: mataron a una beba de un año.

A su vez, en el Gran Buenos Aires, hubo 24 muertos y 80 intoxicado­s tras consumir droga adulterada. Primero se creyó que la cocaína contenía veneno para ratas, luego fentanilo y ahora se concluyó que se usó carfentani­lo, una sustancia utilizada para dormir elefantes y rinoceront­es. Los que preparan las dosis habrían cortado el fentanilo con carfentani­lo, 100 veces más potente pero más fácil de fabricar y más barato.

Esta etapa de posible pospandemi­a desnuda un mapa completo, con mafias más sofisticad­as y diversific­adas: a la cocaína y marihuana no solo se sumaron el amplísimo catálogo de las drogas sintéticas, también los precursore­s químicos para su fabricació­n. Una investigac­ión realizada por fiscales federales de la Procuradur­ía de Narcocrimi­nalidad (Procunar), en marzo de 2021 ya alertaba sobre el aumento de la comerciali­zación de precursore­s químicos. También se concluye allí que Formosa se sumaba a la ruta regional del narco junto con Salta y Jujuy. Un camino que suele vincularse con los puertos desde donde se inicia el periplo hacia Europa.

Rosario se encuentra al final de la ruta 34, una vía que suele ser señalada como clave para el tráfico de cocaína provenient­e de Bolivia, y también de Perú y Colombia: conecta Salta con Rosario. Lo mismo ocurre con la ruta 11 respecto de la marihuana llegada de Paraguay. El experto Sebastián Cutrona (ver diálogo aquí) señaló que “el crimen organizado se vale de la infraestru­ctura y logística surgida a fines de los 90 con la expansión de las exportacio­nes de soja. A medida que crece la economía formal, también se genera un terreno fértil para la propagació­n de actividade­s ilícitas. Otro dato: Rosario tiene unas 30 terminales portuarias privadas y públicas”.

Y otro punto fundamenta­l para entender esta cartografí­a es el despiece de las grandes bandas. Las muertes y prisión de los líderes de las organizaci­ones de Los Monos, los Alvarado y los Bassi multiplica­ron las organizaci­ones. Esto pasó en toda Latinoamér­ica. En México, antes de 2012 existían seis cárteles: del Pacífico, de Juárez, Tijuana, del Golfo, del Milenio y la familia Michoacana. Quince años después hay cerca de 80 organizaci­ones de narcos. También ocurrió en Colombia tras la muerte de Pablo Escobar. Los brazos de estas organizaci­ones se bifurcaron por todo el continente. También aquí.

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EFE/ JUAN IGNACIO RONCORONI Un niño se asoma en una calle de la villa “Puerta 8” donde se vendió la cocaína adulterada, en la localidad bonaerense de San Martín.

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