Desde la orilla y con un ancla en las emociones
Una expo hace dialogar el arte popular, indígena y contemporáneo del Paraguay con obras de artistas argentinos y una “curaduría afectiva”.
En guaraní, tembe’y remite a canto, orilla, margen de campo, de ropa, de río, y de monte. La exposición colectiva que hasta el 18 de marzo se puede ver en el Centro Cultural de la República del Paraguay, titulada Tembe’y, Orilla. Diálogo con el arte popular, indígena y contemporáneo del Paraguay, alude a ese borde donde se diluyen los límites. La muestra -que estaba prevista para la prepandemia y antes pasó por Rosario-, postula un itinerario que interpela en la diversidad del trabajo de los artistas paraguayos junto a las obras de artistas locales.
Curada por la diseñadora de indumentaria Carolina Urresti, quien vivió y trabajó en el país vecino y asesora al Instituto Paraguayo de Artesanía (IPA), la expo reúne más de ochenta piezas que entablan una conversación entre sí; sostenida a través del tiempo, las geografías y las disciplinas que la conforman. Explica Urresti que se trata de expresiones actuales, salvo algunas cuya autoría corresponde al testimonio de artistas fallecidos y aclara que se trata de un continuo: “las técnicas de producción asociadas a la artesanía y al arte popular se mantienen vitales, con una factura similar a la de hace más de ciento cincuenta años”, indica.
Así, las obras talladas en madera Timbó por José y Gabriel Escobar, padre e hijo, conviven con los sombreros y las pantallas trenzadas con fibras vegetales de Karanda’y utilizadas para protegerse del sol, menguar el calor o para avivar el fuego de los braseros. Al mismo tiempo, con las máscaras hechas en base al Samu’u (palo borracho) o al caparazón de una mulita, habituales en la ceremonia del Arete Guasu (carnaval) para las comunidades de Santa Teresita y Mariscal Estigarribia, además de la celebración patronal de San Pedro y San Pablo en el distrito de Altos. A su vez, en las cerámicas se destacan las figuras del toro y el caballo creadas por Ediltrudis Noguera de la Compañía 21 de Julio en Tobatí y las jarras realizadas por la alfarera Leila Buffa de Asunción, también los dibujos confeccionados con bolígrafo negro de artistas nivaclé y guaraní de la comunidad Cayin ô Clim del departamento de Boquerón, aquellos que incluso funcionan como medio de expresión y denuncia. En ese mismo sentido, mención aparte merece la obra “Gloriosa mujer paraguaya”, óleo sobre lienzo, a partir de la cual su autora, Camila Cadogan, pone en discusión al sentido común de ese dicho, con la intención de evidenciar la desigualdad social y la paternidad irresponsable. Y es con “Acosta Ñu”, el muñeco del soldado rosado, que el artista Manuel Alviso hace lo propio al releer en clave irónica pop la batalla en la que pelearon niños y adolescentes durante la Guerra de la Triple Alianza.
Entre los argentinos, sobresale la rosarina María Blanco con el tapiz bordado con hilos de algodón y lana, como relato textil, que se vincula a la bandera tricolor creada en el Taller de Hermandad de Santa María de Fe, y su coterráneo Manuel Brandazza cuyas obras en madera están cubiertas con barro del río Paraná, esgrafiadas y barnizadas, en compañía de las producidas por Fábrica de Estampas, inspiradas en imágenes de la fiesta de Emboscada en honor a San Francisco Solano.
Urresti tomó el término “curaduría afectiva” -acuñado por la docente Kekena Corvalánpara la elección de los trabajos de Tembe’y…. “Al ver cada pieza, puedo contar quién la hizo, qué vínculo tenemos y tal vez describir su hogar, recordar su voz”, señala. “No se trata de intelectualizar lo que se exhibe”, subraya. El énfasis está en abrir el juego a la resonancia que el recorrido, fundado en las emociones, pueda provocar en cada visitante. “Algunos lo harán desde la novedad, otros desde el recuerdo de vivencias asociadas a la región, la geografía, la familia”, añade. “Es excusa para ingresar a un territorio de lo escuchado, vivido, imaginado y fantaseado -concluye-, con sabor a tereré, olor a jazmín y palabras en guaraní”.