Una Big Band popular y trasnacional
Jazz. El grupo ecuatoriano Pies en la Tierra graba en Buenos Aires su séptimo disco, con músicos de la célebre banda Escalandrum.
“El jazz –sentenció alguna vez el filósofo Jean-Paul Sartre– es como las bananas: debe consumirse en su lugar de origen”. La frase, como una buena máxima que cristaliza en eslogan popular, es ingeniosa. Tiene chispa. Pero es refutable e incierta. De ser así, el mundo se hubiera perdido del guitarrista francés Django Reinhardt, el trompetista italiano Paolo Fresu o el guitarrista peruano Richie Zellon, por solo mencionar algunos.
Antes de expandirse, el jazz ya había nacido internacional. Y sobre todo, latino: desde su influencia percusiva en el estilo de Nueva Orleans hasta las primeras colaboraciones entre Charlie Parker y la orquesta de Machito, en Nueva York. Justamente en estos días, el conjunto Pies en la tierra, de Ecuador y con casi 20 años de trayectoria, se encuentra en Buenos Aires. Están grabando su séptimo álbum en el estudio de grabación Doctor F. Se llamará Big Band de pueblo y cuenta con músicos de jazz argentinos como invitados. El grupo mezcla el jazz con la música folklórica ecuatoriana. Sus integrantes son Cayo Iturralde (bajo), Raimon Rovira (piano), Carlos Albán (batería y percusión), Ramiro Olaciregui (guitarra) y Gilberto Rivero (saxo).
“Nosotros hemos tenido contacto con músicos de Buenos Aires hace por lo menos 12 años, porque han ido a Quito Adrián Iaies o el saxofonista Ricardo Cavalli, entre otros artistas de jazz argentinos. La idea de grabar en esta ciudad vino de nuestro guitarrista que estudió aquí y conoce el ambiente. La relación con el jazz de Buenos Aires es natural para nosotros. En el disco tocarán el saxofonista Gustavo Musso y el clarinetista Martín Pantyrer, de Escalandrum”, cuenta Rovira, líder del grupo, en una entrevista telefónica.
–¿Cómo definirías al conjunto?
–Raimon Rovira: Pies en la tierra es un grupo que intenta una mezcla entre la música patrimonial ecuatoriana con el jazz y sus nuevas influencias. Partimos del bagaje musical de cada integrante: rock, pop o música clásica. Todo eso tratamos de amalgamarlo y que suene una música, en principio latinoamericana y luego ecuatoriana. En Ecuador hay muchos ritmos no tan conocidos, que descienden de otros más andinos o más de la costa. Y todas las composiciones son nuestras. En Ecuador no hay una tradición sólida de jazz como hubo en otros países del continente. Entonces tratamos de hacer este jazz ecuatoriano.
–El nuevo disco se llamará Big Band de pueblo. Hasta hace no mucho, en casi todos los países latinoamericanos la música popular tenía ese formato: las orquestas de cumbias colombianas, las big bands afro-peruanas, las orquestas de tango… En nuestro país, la ciudad de Santa Fe es un caso curioso de semillero de músicos de big bands de jazz ¿Buscan recuperar ese legado?
–R.R.: En el Ecuador, sobre todo en la parte de la sierra existió la tradición de la “bandas de pueblo”, usualmente agrupaciones municipales que se conforman como mínimo de 12 músicos. Solo en la provincia de Pichincha, de la cual la capital es Quito, están registradas más doscientas bandas de pueblo. La banda de pueblo es algo muy característicos de la música de la sierra ecuatoriana. Nosotros buscamos recrear ese sonido a través del jazz y, si cabe decir, con ingredientes un poco más modernos.
–Todos ustedes son, además de músicos, docentes en diversas universidades de Quito. ¿Qué experiencia pueden compartirnos?
–R. R.: Una de nuestras labores es tratar de crear un nuevo público. Nosotros somos conscientes de que la mayoría de nuestros alumnos no se va a dedicar al jazz. Entonces lo que hacemos es subir el nivel musical y crear un ambiente y un público nuevo para el jazz. Alumnos nuestros que se graduaron hace 5 o 10 años, también son hoy parte de ese público renovado.