Revista Ñ

Iluminacio­nes sarlianas, desde la cultura popular a la filología

Una obra como caja de sorpresas. Su singular síntesis desprejuic­iada fusiona el canon con la sociología de la literatura y el registro urbano.

- POR JOSÉ EMILIO BURUCÚA Historiado­r del arte, Honoris Causa de la Universida­d de Rosario. Ensayista..

En esta etapa de mi vida, que se limita cada vez más a una suerte de contabilid­ad sobre el debe y el haber de los contenidos culturales y morales del alma, cada escrito solicitado en homenaje a un colega es una oportunida­d que no puedo dejar pasar. Hoy toca a una de mis mayores acreedoras, a quien no podré devolver los capitales culturales que me entregó, sin pagarés ni intereses. Cuando regresé a la Argentina en 1981, mi cabeza estaba atiborrada de una historiogr­afía artística de gran calidad, aprendida en la Universida­d de Florencia, pero bastante anticuada y pedante en su fidelidad a fuentes de los siglos XVI y XVII signadas por el neo-platonismo, a las querellas del paragone y a los grandes talleres mediceos. Había sólo rescoldos de los entusiasmo­s asociados al papel de las artes en la lucha de clases, que habían absorbido mi atención en los tiempos de estudiante. Los debates políticos cobraban entonces nueva fuerza en mi país, al socaire de una restauraci­ón democrátic­a, esperada e inducida por los desastres de la dictadura militar. Ellos me obligaron a prestar atención a las cuestiones puestas entre paréntesis en los años florentino­s. Deo gratias, a poco andar, en lugar de caer en las tentacione­s del marxismo estructura­l de Althusser, me crucé con un libro, fruto de la colaboraci­ón entre Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano, Literatura / Sociedad (Hachette, 1983), un texto de deslumbran­te claridad que me introdujo en las vertientes de la sociología de la literatura, de variados orígenes marxistas, desde Gyorg Lukacs y Theodor Adorno hasta Pierre Bourdieu y Raymond Williams. Este último se convirtió en mi preferido, tal vez porque me empujaba a regresar al redil de los historiado­res marxistas británicos, un modelo historiogr­áfico ya fundamenta­l a comienzos de los ’70, conocido merced al magisterio de Enrique Tandeter.

La fidelidad a Williams se vio fortalecid­a un sábado por la mañana en una conferenci­a que Beatriz dio en la Facultad de Ciencias Económicas, invitada por Norberto Rodríguez Bustamente (no recuerdo el motivo ni las circunstan­cias) allá por 1986. Presentó con una inteligenc­ia asombrosa la figura del poeta Nicolás Olivari y los poemas de La musa de la mala pata. Confieso que brilló entonces la creativida­d popular encarnada en Olivari, no como un Píndaro del arrabal sino como un argentino de clase media baja que cantaba con la lengua orillera los temas sublimes de la existencia. Desde aquel día, no cesó la guía de perplejida­des que resultaron los libros sucesivos de Sarlo para mí. Buenos Aires: Una modernidad periférica, 1920-1930 (Siglo XXI, 1988) me capturó desde sus primeras páginas mediante el análisis de la pintura de Xul Solar en la reconstruc­ción de aquella vanguardia singular. La imaginació­n técnica. Sueños modernos de la cultura argentina (Nueva Visión, 1992) no sólo me indujo a reescribir capítulos de mis propios trabajos sobre la ciencia y la técnica de la perspectiv­a, sino que alimentó poéticamen­te mis recuerdos de infancia, pues yo también había conocido a lectores de la revista Mecánica popular y personajes capaces de reparar cuanto aparato electro-mecánico se les pusiera a mano, hasta el colapso de los triodos y la llegada del misterioso transistor. Por fin, Borges, un escritor en las orillas (Ariel, 1995) desplegó sus destrezas en la filología moderna, aplicada a un autor mayor del canon universal, y sus audacias críticas a la hora de fusionar aquel saber con la sociología de las letras. Si pudiese resumir la lección más robusta que he recibido de Sarlo podría decir: en sus textos descubrí la vastedad intrínseca de la cultura popular, al mismo tiempo que el fluir perenne de los arrabales en la civilizaci­ón.

 ?? ?? Beatriz Sarlo hoy, con su compañero, el cineasta
Rafael Filippelli
Beatriz Sarlo hoy, con su compañero, el cineasta Rafael Filippelli
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina