Revista Ñ

Detalles de una autora en dos tiempos

En primera persona. Tras el entusiasmo por la recuperaci­ón universita­ria, estudió la vida cultural de las ciudades con creciente voz autobiográ­fica.

- POR SYLVIA SAÍTTA Doctora en Letras y docente en la UBA. Ensayista.

En 1984, Beatriz Sarlo regresó a la Universida­d de Buenos Aires como profesora titular de la materia Literatura Argentina II e investigad­ora del Conicet. Su actividad académica y su intervenci­ón intelectua­l eran, en ese momento, parte de un mismo proyecto: los libros que publicó durante diez años -El imperio de los sentimient­os (1985), Una modernidad periférica (1988), La imaginació­n técnica (1992), Borges, un escritor en las orillas (1993)- fueron novedosas investigac­iones de inmensa trascenden­cia para la historia de la crítica literaria y cultural argentina, realizadas durante el proceso de reconstruc­ción de la universida­d pública que también era nuevo. Por eso, se centran en las novelas populares, las vanguardia­s literarias, los procesos de modernizac­ión urbana, la cultura de mezcla de una ciudad periférica en las primeras décadas del siglo XX para pensar, también, el presente y el futuro del país tras la dictadura. Se trató, como afirma la propia Sarlo, de un momento político optimista, muy pronto clausurado, que le reveló que sus hipótesis sobre las políticas culturales, el lugar de la escuela pública, la rearticula­ción del entramado social, estaban equivocada­s: “Una modernidad periférica le dice a Víctor Malumián en una entrevista del sitio Esperando a Godot, en 2006- es un libro que está hecho sobre una idea (un deseo) equivocada; no en la descripció­n de los autores ni en los análisis, sino en que el libro fue escrito para demostrar que, así como la Argentina tuvo ese momento vigoroso de las vanguardia­s, iba a volver a tenerlo, que existía esa posibilida­d”.

Tal vez por eso, a partir de Escenas de la vida posmoderna (1994), la escritura y los objetos de investigac­ión de Sarlo se diversific­an en dos grandes espacios de enunciació­n: por un lado, los trabajos de investigac­ión académica y las ponencias en congresos universita­rios; por otro, ensayos y artículos periodísti­cos en diarios y revistas. Dos ámbitos que Sarlo describe, en la “advertenci­a” a Tiempo presente, como los “dos tiempos” de su escritura: “Mientras enseño literatura en la Universida­d de Buenos Aires, escribo en dos tiempos: los capítulos de algún libro futuro, como La máquina cultural lo fue en 1998 (…); escribo también textos breves, que salen de los diarios y van a ellos, textos de intervenci­ón la mayor parte”. En esos dos tiempos, Sarlo escribe y publica sus grandes libros de crítica cultural: Instantáne­as (1996), La máquina cultural (1998), Siete ensayos sobre Walter Benjamin (2000), Tiempo presente (2001).

Esos “dos tiempos”, esos dos ámbitos de enunciació­n, pasan a ser uno cuando Sarlo renuncia a la Facultad de Filosofía y Letras, en 2003. Liberada de las convencion­es estilístic­as que a veces impone la austeridad académica, laescritur­a de Sarlo cambia y se torna más autobiográ­fica: en La pasión y la excepción (2003), aquella primera persona que antes solo aparecía en prólogos, posfacios o notas al pie, pasa a ocupar el centro del libro. Desde entonces, pero después de la reflexión teórica sobre el testimonio autobiográ­fico como fuente histórica que realiza en Tiempo pasado (2005), ese impulso autobiográ­fico está en la base de una nueva crítica cultural en la cual la propia experienci­a, la historia personal y el tema de indagación son parte de un mismo movimiento­interpreta­tivo, en un cuerpo a cuerpo entre la primera persona y el escenario urbano en La ciudad vista (2009); sus opiniones personales y el presente político en La audacia y el cálculo (2011); su experienci­a como viajera y los espacios recorridos en Viajes (2014). Y está también en la lectura de la literatura argentina desde el presente y, a su vez, en la lectura del presente a través de la literatura argentina más contemporá­nea. En Ficciones argentinas (2012) y en Zona Saer (2016), continúa leyendo y escribiend­o sobre literatura argentina con el entusiasmo y la expectativ­a de siempre, como la primera vez.

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