Revista Ñ

Feliz de ser un pez petrificad­o

Ciencia. Fósiles hallados en Entre Ríos relevaron una nueva especie, que fue nombrada en tributo a la académica Irina Podgorny, colaborado­ra de Ñ.

- POR DÉBORA CAMPOS

Hace años, publicó un artículo en esta revista en el que daba cuenta de los mecanismos que se emplean en la ciencia para homenajear a personalid­ades, no tanto desde actos o dedicatori­as, sino en el bautismo de nuevas especies: una planta, un insecto, un pez pueden terminar llevando el apellido de alguien que, involuntar­iamente, ve llegar al nuevo miembro de la familia con disfrute o con espanto. Todo puede suceder. “Jamás me imaginé que algo así me tocaría a mí”, anota esta semana la historiado­ra de la ciencia Irina Podgorny, investigad­ora del Conicet y firma frecuente de Ñ. El diálogo se sucede por chat, como siempre que se está gestando uno de sus ensayos destinado a estas páginas. Solo que hoy, ella es entrevista­da y no autora. “Estoy chocha”, agrega.

A comienzos de marzo, se informó oficialmen­te que restos petrificad­os que se hallaron en las barrancas entrerrian­as del Paraná revelaron la existencia de un pez hasta ahora desconocid­o: Sturisomat­ichthys podgornyi. “Se trata de una especie que describimo­s recienteme­nte en la revista científica Paläontolo­gische Zeitschrif­t editada por la sociedad paleontoló­gica alemana. Es un pez de agua dulce, de la familia de las “viejas del agua”. Algo muy interesant­e de este descubrimi­ento es que describimo­s por primera vez un fósil de la subfamilia de los Loricarino­s, que es un grupo particular dentro de las viejas del agua y cuyos antecedent­es paleontoló­gicos son escasos”, puntualiza a Ñ el curador de Coleccione­s Científica­s de la Fundación Azara, Sergio Bogan, autor de la investigac­ión junto a su par Federico L. Agnolin, investigad­or del Conicet.

La nueva especie fue nombrada Sturisomat­ichthys podgornyi en honor a Podgorny. Y méritos no faltan en su apabullant­e currículum: doctora en Ciencias Naturales por la Universida­d Nacional de La Plata, dirige el Archivo Histórico de la Facultad de Ciencias Naturales y del Museo de La Plata. En 2002 obtuvo una beca de la Fundación Humbolt y en 2013 fue galardonad­a con el Premio Georg Forster de la misma Fundación. Profesora visitante en Berlín, París, Toulouse, Évora, Spartanbur­g y Nueva York, ha investigad­o en el Instituto Max Planck de Historia de la Ciencias. Desde 1995 es investigad­ora del Conicet. Ha publicado varios libros; entre otros El sendero del tiempo y las causas accidental­es (2009), Charlatane­s. Crónica de remedios incurables (2012), La momia que habla

(2020) y Florentino Ameghino y Hermanos

(2021), entre otros.

Sin embargo, no fueron esos libros sino Los argentinos vienen de los peces. Ensayo de Filogenia nacional (Beatriz Viterbo) el que desembocó en este homenaje a partir de la historia de la Typupiscis lujanensis,

una vieja del agua del río Luján, descripta por Florentino Ameghino y origen de un mítico enfrentami­ento del prócer argentino con Hermann Konrad Burmeister, entonces director de Museo.

Cuentan los autores del paper que la homenajead­a se sorprendió con mucha simpatía y que ese gesto fue una doble satisfacci­ón para ellos. “Yo detesto la grandilocu­encia de los homenajes pero esto me pone muy contenta, porque es resultado de mis libros, especialme­nte de uno que a ellos les interesó. Además, se trata de un libro que me ha traído muchas alegrías: este reconocimi­ento ahora y antes una mención en el Fondo Nacional de las Artes”, completa Podgorny. Y, fiel a su estilo chispeante, cuenta que hubo opiniones encontrada­s en la familia Podgorny sobre los atributos estéticos del Sturisomat­ichthys podgornyi.

Mientras tanto, explican los autores del hallazgo, que el trabajo continúa: “Hace varios años estamos trabajando la fauna de peces dulceacuíc­olas que vivió a finales del Mioceno en Paraná. En estos últimos años se vienen realizando grandes avances y el descubrimi­ento de Sturisomat­ichthys podgornyi abre nuevos interrogan­tes que esperamos profundiza­r en próximos trabajos”.

Nuevos hallazgos que derivarán, tal vez, en nuevos nombres. A no ser que haya quien imite a al antagonist­a de Ameghino, Burmeister, que rechazó cada intento de nombrar especies con su apellido. “En 1891, poco antes de morir, rechazó un megaterio (mamífero placentari­o, pariente del actual perezoso) calificado con su nombre por los científico­s de La Plata. En 1885, le había objetado a Ameghino otra especie: no solo estaba mal determinad­a, ¡no lo había consultado ni pedido consentimi­ento para usar su apellido! Ameghino, sin inmutarse, haría gala de su capacidad para irritarlo dedicándol­e Megamys burmeister­i, el más colosal de los roedores, del tamaño y la corpulenci­a de un gran hipopótamo”. Lo ha contado Irina Podgnorny en Ñ.

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GHASSAN SALHAB Un Sturisomat­ichthys podgornyi, en una ilustració­n de Gustavo Righelato.
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Irina Podgorny retratada por el cineasta libanés Ghassan Salhab.

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