Cartografía posible del capitalismo
Lectura. Los filósofos Éric Alliez y Maurizio Lazzarato se proponen volver a pensar el sistema de producción a partir de una revisión de la lógica de guerra.
Guerras y capital. Una contrahistoria (Tinta Limón, La cebra y Traficantes de sueños) de Éric Alliez y Maurizio Lazzarato es un libro importante en el sentido que sus objetivos teóricos y políticos son ambiciosos y que en función de estos se constituye en la primera entrega de una serie que se completará con un segundo volumen bajo el título Guerras y revolución. Diferencia y negación. El de AlliezLazzarato es un proyecto intelectual que dialoga críticamente y en ciertos pasajes con mucha dureza con el llamado “pensamiento del 68”, particularmente con las filosofías de Michel Foucault y Gilles Deleuze-Félix Guattari. En esta dirección, los autores pretenden repensar la historia del capitalismo a partir de una actualización de la lógica de guerra.
Desde el comienzo la propuesta se hace explícita en tres tesis: en primer lugar, la guerra, la moneda y el Estado son fuerzas constitutivas del capitalismo; en segundo lugar, es necesario hablar de “las” guerras (de clase, sexo, raza) como principio organizador plural de la sociedad capitalista; por el último, el capitalismo mundial integrado es la axiomática específica de la máquina de guerra del capital contemporáneo.
Partiendo de este marco histórico-analítico, Alliez-Lazzarato señalan que a su criterio el déficit del pensamiento del 68 se hace visible como consecuencia de quitar la problematización de la guerra de la centralidad; sin embargo, habrá dos excepciones conceptuales en la segunda mitad del siglo XX de las que los autores se sirven: la noción de “máquina de guerra” de Deleuze-Guattari y la cuestión de la “guerra civil” en Foucault. A lo largo del texto los autores repensarán las potencialidades y límites de estas conceptualizaciones en función de su objetivo programático.
De todas maneras, el diagnóstico de Alliez-Lazzarato es contundente al dejar en evidencia que el pensamiento del 68 fue incapaz de construir una máquina de guerra colectiva consistente para hacer frente a la dinámica del capital.
En el caso de Foucault, según los autores, prepondera una lectura ceñida a un recorte histórico acotado respecto de la “acumulación originaria”, vale decir, el filósofo francés se detiene sobre todo en los siglos XVII y XVIII y se saltea el siglo XIX, priorizando una perspectiva eurocéntrica que no toma en consideración los procesos de colonización (imperialismo, esclavitud); de igual forma, de acuerdo a AlliezLazzarato en el curso Nacimiento de la biopolítica (1979) el análisis de las formas de gobierno posteriores a la Segunda Guerra Mundial, por parte de Foucault es realizado desde una “lectura altamente problemática y, por así decirlo, acrítica”.
Si por “acrítico” se comprende viraje metodológico, es el propio Foucault quien hace explícito su abandono de la hipótesis de guerra o lucha (de cuño nietzscheano) en el curso Defender la sociedad (1976) para avanzar hacia un modelo estructurado en torno al concepto de gubernamentalidad que según los autores es asimilable a la “gobernanza neoliberal” en tanto el mercado expulsa a la guerra civil como eje de las relaciones.
Este giro en el programa foucaultiano según Alliez-Lazzarato neutraliza la lógica del enfrentamiento estratégico (guerra entre adversarios) en tanto articulador del capital en virtud del despliegue de la competencia en el marco de una sociedad civil posdisciplinaria.
Afinidades deleuzo-guattarianas
Por el contrario, en oposición a la concepción foucaultiana, Alliez-Lazzarato marcan una mayor afinidad con la aproximación de Deleuze-Guattari: si en Foucault se acentúa la relación entre biopoder-Estado sin hacer mención al capital, en la lectura deleuzo-guattariana el capitalismo por definición es inseparable del Estado, a la vez que la máquina de guerra se encuentra subordinada a los anteriores.
Señalando las que a juicio de AlliezLazzarato son las limitaciones del pensamiento del 68, es decir, las posibles convergencias liberales que se encuentran de manera más o menos explícitas en las filosofías de Foucault y Deleuze-Guattari, es que en función del objetivo de los autores referenciados en un origen de izquierda autonomista, se torna necesario ir más allá de estas modulaciones conceptuales buscando una conexión entre las relaciones de poder y los enfrentamientos estratégicos, o bien, en términos foucaultianos, entre la gubernamentalidad y la guerra civil.
Al ser expulsada la lógica guerrera de la analítica de las relaciones poder, según Alliez-Lazzarato, la izquierda fue incapaz de hacerle frente a los diversos ciclos del capital figurados en un primer momento en las “políticas de austeridad” hasta la crisis financiera de 2008 y luego con la progresiva configuración de los nuevos fascismos (Trump, Bolsonaro), inaugurados desde el Brexit, que hicieron convivir de manera paradójica la libertad de flujos de capital con la limitación de los flujos de población desbloqueando de manera explícita discursos racistas, xenófobos, misóginos y homofóbicos.
El proyecto de Alliez-Lazzarato implica retomar, continuar y diseñar una alternativa allí donde el pensamiento del 68 se detuvo, vale decir, luego de una sucesión de fracasos de tentativas de izquierda, los autores consideran imperativo la construcción conceptual de una máquina de guerra que recupere la noción de revolución sin complejos y procure su conexión con la cuestión de la subjetividad, algo que Alliez-Lazzarato desarrollarán en la segunda parte del proyecto cuya vocación se estima será más estratégica-táctica que histórica-analítica.
Por la multiplicidad de lecturas, problemas y discusiones que abre, Guerras y capital de Éric Alliez y Maurizio Lazzarato está destinado a convertirse en un clásico de la filosofía francesa contemporánea.