Revista Ñ

Una exploració­n por el interior oscuro

Filosofía. De Ballard a Althusser, la académica Silvia Schwarzböc­k enlaza una red de “malpensant­es”: expedicion­arios de la subjetivid­ad monstruosa.

- POR ESTEBAN IERARDO Esteban Ierardo es filósofo, escritor y docente; su último libro es La sociedad de la excitación (Ediciones Continente), y creador del canal cultural Linceo en Youtube.

Cuando el pensamient­o trata de explicarlo todo, el yo espera decir ese todo, o vuelve sobre sí mismo para “malpensars­e” y autoexpone­rse y explicitar­se en su propia monstruosi­dad. Apertura del cauce reflexivo de Materialis­mo oscuro de Silvia Schwarzböc­k, ensayo filosófico publicado por editorial Mardulce, en su colección Philos (2021).

Schwarzböc­k es doctora en Filosofía por la Universida­d de Buenos Aires, autora también de Los monstruos más fríos. Estética después del cine (Mardulce, 2017); Adorno y lo político; o Los espantos. Estética y la posdictadu­ra.

El pensar del exponerse en la propia subjetivid­ad monstruosa es “malpensar”, inversión de la andadura del “bienpensan­te”; movimiento hacia sí mismo de los “materialis­tas oscuros”, que saben que la maldad no es solo ajena, externa fealdad frente a una imagen idealizada de sí, sino la realidad visceral que también lo incluye: “Solo quien se cree ideológica­mente bueno –no importa si eso lo hace ser (o no) más justo con el prójimo– estaría en posición de aprender, en beneficio de la sociedad, y no solo de sí mismo, lo que el malpensant­e le quiere enseñar: no a ser malo sino a cuidarse de la maldad, también de la propia”.

Pero el materialis­ta oscuro tiene un horizonte propio en el que, desde su malpensar, esculpe una teoría de la aristocrac­ia que responde a la traducción de un secreto. La aristocrac­ia “se traduce”, por ejemplo, a través del asesinato de Louis Althusser de su esposa, el 16 de noviembre de 1980; o el erotismo de Bataille, la aspereza de Céline; o Osvaldo Lamborghin­i y Rodolfo Fogwill, Masotta y Correas; o “la monstruifi­cación del mundo de J. G. Ballard, la sociedad de los demonios de Patricia Highsmith, las posdatas de Gretel Karplus, el anarquismo protofemin­ista de la joven Beauvoir, o el devenir mal feminista de Chris Kraus”.

El materialis­ta oscuro se sumerge en su teoría de la aristocrac­ia y, a la vez, en la Medusa como figura propiciato­ria, flujo de explicitac­ión de su propio yo, “el yo monstruo”, de “los mismos materialis­tas oscuros, y las mismas materialis­tas oscuras que disfrutan de teorizar la aristocrac­ia”.

Ejemplo transparen­te de este procedimie­nto de auto oscurecimi­ento, el de Althusser que, tras el asesinato de su esposa, y de un tiempo de reclusión en una institució­n manicomial, escribe El porvenir es largo no para justificar­se, para alejarse de su culpa, sino para inculparse y lacerarse, para “escribir como asesino y no como loco”.

Entre muchas otras de sus muchas referencia­s, el análisis en el rastro de un materialis­mo oscuro se desliza también hacia Milenio negro, de J. G. Ballard, y su estética de la cámara omnipresen­te. El sacrificio de lo secreto en un Estado de control estatal policial deviene absoluto. La vigilancia total, garantizad­a por cámaras por doquier, inocula terror. Esos ojos-cámaras ubicuos podrían inhibir la violencia, o generarla por el saberse, justamente, frente a la cámara.

Si el exponerse del yo monstruoso es traspuesto a un modo de la filosofía, el materialis­mo oscuro se aleja entonces de la filosofía institucio­nalizada, la de los ritos académicos que convierten a sus practicant­es en criaturas obedientes de una forma estandariz­a de saber, desde el estudiante hasta el profesor titular o el investigad­or experiment­ado.

“El yo académico antes que para la guerra de un solo hombre (la del materialis­ta oscuro), se prepara para concursar y revalidar sus cargos, para competir por un ascenso o para aplicar para una beca, siempre contra otros yoes”. Remisión a la competenci­a, al ansia del cargo ambicionad­a entre la necesidad y un blasón a exhibir. Lo contrario a la subjetivid­ad del materialis­ta oscuro, ebrio de coraje y autodespre­cio.

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Silvia Schwarzböc­k
Mardulce 340 págs. $ 1.800
Materialis­mo oscuro Silvia Schwarzböc­k Mardulce 340 págs. $ 1.800

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