Revista Ñ

Un idioma hablado sólo por dos personas

Novela. Daisy Johnson propone un desencuent­ro entre madre e hija y una recreación trans del mito de Edipo.

- POR MERCEDES ÁLVAREZ

Una mujer acaba de encontrar a su madre, quien la abandonó hace dieciséis años y ahora está enferma de Alzheimer. En otro plano, en otra voz, en el pasado de la historia, una niña cambia su identidad: Margot se transforma en Marcus y abre las compuertas de una tragedia. En este caso, griega.

En la primera historia de Bajo la superficie de Daisy Johnson, en primera persona, está Gretel. Gretel es lexicógraf­a, y fue criada por su madre Sarah a bordo de un bote vivienda y en completa soledad. Sarah fue, durante toda la infancia y hasta que decidió abandonarl­a, la madre de Gretel y su único mundo conocido. La persona que la alimentó, la cuidó y la vistió, pero también la creadora de un idioma propio, hablado por sólo dos personas en toda Inglaterra y en el planeta entero.

“Éramos como los últimos habitantes de la Tierra. Si, en algún sentido, el lenguaje determina nuestra manera de pensar, entonces nunca podría ser distinta de como soy”, dice Gretel. “Y el lenguaje con el que me crié no lo hablaba nadie más, así que siempre iba a sentirme aislada, sola, incómoda en presencia de los demás. Lo dictaminab­a mi lenguaje. Lo dictaminab­a el idiolos ma que me habías enseñado”.

¿Qué quieren decir términos como “garrarpía”, “gusgus”, “un momento de shh”? Cuando Gretel sale al mundo, se da cuenta de que solo ella conoce estas palabras, de que lo que su madre hizo fue meterla con ella en otro mundo, uno que, paradójica­mente, lejos de ser una burbuja protectora, estuvo permanente­mente acechado por el miedo. Ese miedo, que se traviste de muchas caras, recibe para Sarah el nombre de Bonak.

En el otro plano de la historia, Margot/Marcus conocerá a Sarah y a Gretel. Conocerá también, al Bonak, e incluso intentará cazarlo para terminar con el miedo. Pero nadie escapa a su destino y, por tanto, tampoco nadie lo construye, como parece señalar esta recreación trans del mito de Edipo donde la opción por el género no es nunca una opción sino una fatalidad.

Podríamos decir que Margot es la contracara de Gretel. Gretel se cree todo, hasta un idioma que no existe. Margot desconfía de todo, y también del idioma. “No se creía que existieran palabras como “obtuso”, “kétchup”, “diatriba”, “arlequín”. No se creía que lo que plantaban en la tierra crecía (…) ¿Qué has hecho hoy en el cole?, le preguntaba­n, y ella se tiraba todo el camino de vuelta a casa con la boca apretada, hasta que finalmente salía una respuesta. Hemos dibujado, decía. Hemos corrido”. En lo único en lo que Margot tiene una fe ciega es en el Oráculo que para ella es Fiona, la vecina transexual a quien adora.

Una hermana engendra a la otra, y Daisy Johnson parece haberse sentado a engendrar una trama para mantener al lector atado al libro todo el tiempo, capaz de deslumbrar fugazmente a los críticos (estuvo nominada para Premio Booker en 2018, año de publicació­n del libro), escrita pensando en paralelism­os acaso demasiado obvios pero sin duda inquietant­es.

Joao Canijo, el cineasta portugués que recreó en sus películas la Orestíada en clave de los suburbios, sabe del poder de la tragedia para constituir­se en el campo fértil de cualquier historia familiar: “Qué relaciones humanas más extremas y más intensas que las familiares. Ya desde los griegos las relaciones familiares eran las más fuertes. Las grandes tragedias son también tragedias familiares.”

Daisy Johnson (Reino Unido, 1990) sin duda pensó más o menos lo mismo, y se encargó de armar una tragedia actual que, a pesar de lo que podría pensarse, no es nada posmoderna, y que tampoco se arriesga demasiado en experiment­aciones o en el trabajo con el lenguaje (aunque el trabajo de traducción quizás no sea de destacar).

El mensaje, sin embargo, es bastante claro: el lenguaje crea la realidad. Este es el verdadero fatalismo que plantea el texto. Y el lenguaje encarna, cómo no, en la madre.

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Trad. Carmen Torres y Laura Naranjo Periférica
312 págs.
Bajo la superficie Daisy johnson Trad. Carmen Torres y Laura Naranjo Periférica 312 págs.

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