Revista Ñ

F5 a la tradición del arte político

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El límite se llama la muestra que ocupa la sala de la planta baja, y que hace foco en la violencia y las diversas formas en que esta se hace cuerpo en el mundo contemporá­neo. “Esta muestra es el corazón de dolor de este gran relato de cómo nos relacionam­os con el mundo”, define Noorthoorn. Aquel dolor del que habla la directora del museo se hace rápidament­e cuerpo desde el ingreso a la sala, donde un gran tríptico de la artista Ana Gallardo se impone ante nosotros, como vedándonos la entrada.

La obra de Gallardo consiste en tres grandes paneles oscuros en los que debajo de un negro avasallant­e emergen los testimonio­s de guerriller­as guatemalte­cas torturadas. Suerte de “pinturas negras” del siglo XXI, la obra abre la sala con una sensación de lúgubre pesadez, que proviene tanto de los testimonio­s como de aquella sensación de opresión que nos generan sus grandes dimensione­s. Anunciando cierto espíritu sofocante que la muestra promete confirmar, las piezas de Gallardo se nos vienen encima como una dosis de realidad que nos impedirá mirar al costado.

Al mencionado tríptico de Gallardo se suman una gran escultura sin título de Nicanor Aráoz, y “Carrilón”, la imponente instalació­n de Martín Legón, que consiste en una especie de jaula gigante que pende del techo, como tres obras fundamenta­les que articulan la muestra. Las tres piezas son adde quisicione­s recientes del museo y funcionan como focos pregnantes, cuyas grandes dimensione­s vuelven al espectador pequeño, replicando dentro de la sala aquella sensación de vulnerabil­idad e indefensió­n que abunda afuera del museo.

Junto a estas obras nuevas se exhiben otras ya “clásicas”, dentro de lo que hace al arte político argentino, como los afiches la serie Violencia de Juan Carlos Romero, o la serie Nosotros no sabíamos, con que León Ferrari denunció la complicida­d social que avaló a la última dictadura.

En la muestra se despliegan entonces diversos enfoques que dan cuenta de la sólida tradición en el vínculo del arte con la denuncia política. “Hay algo muy importante que este museo puede ofrecer, que es una colección en la que sus artistas tienen una enorme experienci­a en la denuncia de la violencia, tanto de la que han sufrido los artistas en carne propia como sus sociedades. Otros lugares no han tenido esa experienci­a. Aquí hay una tradición muy contundent­e y muy refinada de arte político”, explica Noorthoorn.

Del Juanito Laguna de Berni a “Matar y Morir”, el mural de cerámica revestido en oro con que Gabriel Baggio recupera, de la historia universal del arte, diversos fragmentos de representa­ciones de la violencia, cada obra señala un modo particular de ejercerla o sufrirla. “Nos interesaba mucho la circulació­n de esas imágenes, las distintas estéticas, los medios, los distintos tipos de imágenes que empezaron a circular para denunciar distintos hechos, o cómo se filtran esas imágenes…”, señala Villa. En un mundo donde cada vez se habla menos de violencia, pero se vive más violentame­nte, El límite resulta una muestra necesaria.

 ?? MUSEO MODERNO/ JULIÁN BONGIOVANN­I ?? “Haití”, instalació­n de máscaras de barro de Tomás Espina
MUSEO MODERNO/ JULIÁN BONGIOVANN­I “Haití”, instalació­n de máscaras de barro de Tomás Espina

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