Escena tecnopolítica de la performance
Lectura. La argentina Marcela Fuentes analiza en EE.UU. los movimientos estudiantiles y feministas para detectar cómo construyen una fuerza política.
Una serie de mujeres encerradas en bolsas enormes bajo el formato de una instalación hiperrealista fue una idea que circuló en una de las reuniones del colectivo Ni Una Menos cuando se planificaba la primera lectura pública en los jardines de la Biblioteca Nacional. Ese pudo ser el escenario de una performance que fue descartada por su literalidad. El recuerdo de esta propuesta llega con el libro Activismos tecnopolíticos. Constelaciones de performance (Eterna Cadencia) escrito por Marcela Fuentes y sirve como síntesis para pensar el cruce entre los procedimientos teatrales (claramente en esta imagen una sociedad iba a ser confrontada con una situación conocida pero negada, difícil de aceptar, como ocurría en el teatro griego y en la escena de los cómicos de Hamlet) y la capacidad de construir una consigna a partir de una disposición del espacio y de los cuerpos que el activismo de estos tiempos toma y aprende del campo del arte.
Pero el libro de Fuentes, que es licenciada en Artes Combinadas por la UBA y se desempeña como profesora en la Northwester University de Illinois, no se ocupa únicamente de las performance de sitio específico. Lo original de su trabajo se encuentra en el modo de articular la acción concreta en las calles con sus ensamblajes digitales.
El mundo que ofrece internet es, para la autora argentina radicada en Chicago, otra versión del espacio público y esto cambia por completo la concepción de la virtualidad. Su escritura busca desmontar las jerarquizaciones. Aunque lo real de los cuerpos en la calle sigue siendo el núcleo de toda intervención política, la tecnología le da a estas formas dispersas una dramaturgia o narrativa a la que es factible imaginar con una autoría múltiple.
Lo que se modifica con el uso de las herramientas virtuales es la relación con lo temporal. La oportunidad de replicar distintas formas de activismo permite discutir la calidad efímera de la performance. La
noción de vivo que funciona como otra plataforma de Instagram, amplía el campo compartido de una experiencia, permite la simultaneidad entre territorios alejados y prolonga el efecto de una intervención que va más allá de las personas que formaron parte del convivio.
Incluso se podría arriesgar que es en esta amplificación digital donde la performance encuentra su proyección política.
El objetivo de este libro, que fue presentado en el marco de la Bienal de Performance, no se limita a cierta estetización de la protesta o a los modos en que los reclamos y demandas políticas debieron reformularse para lograr mayor efectividad.
Política más allá de la protesta
Si bien el activismo performático (especialmente el concepto de constelación como una sincronización entre la presencia corporal y sus modos de ser amplificada y narrada en las redes sociales) surge a partir de la certeza que el poder se ha vuelto abstracto, inmaterial, y que conquistar y utilizar las herramientas digitales opera como una táctica de apropiación y también de boicot de un recurso crucial en esta etapa del capitalismo, Fuentes piensa cómo las variantes performáticas pueden construir una fuerza política más allá de la protesta.
De algún modo el uso de la tecnología podría pensarse como la adquisición de un método, de una forma de sistematización de la performance, incluso como una variante propagandística. Si se considera que entre ejemplos que menciona Fuentes están las manifestaciones de los estudiantes chilenos en el año 2011, de donde surge el liderazgo de Gabriel Boric, el actual presidente del país andino, y si se suma el nivel de transformación cultural y social que logró el colectivo Ni Una Menos y la variada gama del activismo performático feminista, se podría conjeturar que de estas prácticas surge, no solo un nuevo lenguaje de protesta sino una estrategia de poder que confronta y logra rebatir la impronta performática que también ostenta el capitalismo.
Un activismo que se estructura a partir de conceptos, emociones y sensibilidades, que apela a imágenes, a diversos procedimientos de identificación (o desidentificación, según los casos) y que adquiere una sabiduría capaz de plasmar metáforas y símbolos para capturar la escena política desde una lógica de representación .
La lectura de este libro permite arriesgar que la performance es también una técnica de entrenamiento para comprender las mutaciones permanentes del capitalismo y descubrir formas de intervención sobre coyunturas precisas. En esos “espacios de aparición” (para usar un término de Hannah Arendt) las condiciones planteadas por el sistema no son aceptadas de manera concluyente. Lo que se busca es crear un marco que provoque un desplazamiento dentro del las pautas de discusión para que el conflicto social incorpore nuevos actores y así poblar de cuerpos la esfera real y virtual.