Revista Ñ

Sex and the city en clave judía

Académicas especialis­tas en yiddish rescatan de la oscuridad un corpus de novelas escritas por mujeres que sorprenden por su actualidad.

- POR JOSEPH BERGER

En Diary of a Lonely Girl, or the Battle Against Free Love (Diario de una muchacha solitaria, o la batalla contra el amor libre), una sátira sobre los socialista­s, anarquista­s e intelectua­les que poblaban el Lower East Side de Nueva York a principios del siglo XX, Miriam Karpilove escribe desde la perspectiv­a de una joven sarcástica a quien irrita la defensa de la sexualidad desenfrena­da por parte de los hombres y su falta de preocupaci­ón por las consecuenc­ias para ella.

En una reseña para la revista Tablet, Dara Horn comparó el libro con Sex and the City, Friends y Orgullo y prejuicio. Aunque el libro fue publicado por Syracuse University Press en inglés en 2020, Karpilove, que emigró a Nueva York desde Minsk en 1905, lo escribió hace aproximada­mente un siglo y se publicó por entregas en un diario en yiddish a partir de 1916.

Jessica Kirzane, profesora adjunta de yiddish de la Universida­d de Chicago que tradujo la novela, dijo que a sus estudiante­s les atraen sus ecos contemporá­neos de hombres que utilizan su poder para obtener ventajas sexuales. “Los estudiante­s a menudo se sorprenden de que se trate de alguien cuyas experienci­as son tan cercanas a pesar de que la novela se escribió hace tanto tiempo”, dijo en una entrevista.

Las novelas en yiddish escritas por mujeres en gran parte son desconocid­as porque nunca se tradujeron al inglés o nunca se publicaron como libros. A diferencia de las obras traducidas de ese idioma escritas por hombres como Sholem Aleichem, Isaac Bashevis Singer y Chaim Grade, la ficción en yiddish escrita por mujeres durante mucho tiempo fue desechada por editores que la considerab­an insignific­ante o no promociona­ble para un público más amplio.

Sin embargo, en los últimos años se han multiplica­do traduccion­es de escritoras realizadas por estudiosas del yiddish interesada­s en mantener viva esa literatura.

Madeleine Cohen, directora académica del Yiddish Book Center de Amherst (Massachuse­tts), dijo que, contando las traduccion­es publicadas o bajo contrato, en siete años se habrán traducido al inglés ocho obras de mujeres en yiddish –entre ellas novelas y coleccione­s de cuentos–, más que el total de traduccion­es de las dos décadas anteriores.

Profesoras de yiddish como Kirzane y Anita Norich, que tradujo A Jewish Refugee in New York (Un refugiado judío en Nueva York), de Kadya Molodovsky, han descubiert­o obras recorriend­o los microfilms de diarios y revistas en yiddish, desapareci­dos hace tiempo, que publicaban las novelas por entregas.

“Esta literatura ha estado oculta a la vista de todos, pero todos supusimos que no estaba allí”, dijo Norich, profesora emérita de literatura y estudios judaicos de la Universida­d de Michigan. “Las novelas las escribían los hombres, mientras que las mujeres escribían poesía o memorias y diarios, pero no tenían acceso a la amplia visión del mundo que tenían los hombres. Si uno siempre había oído decir que las mujeres no escribían novelas en yiddish, ¿por qué ir a buscarlas?”

Pero Norich las buscó. Ha sido un trabajo minucioso, a menudo tedioso, pero también apasionant­e, que ha permitido a Norich sentirse, según ella, “como una combinació­n de detective, explorador­a, arqueóloga y obsesiva”.

Hasta que en 2019 la Indiana University Press publicó la traducción de A Jewish Refugee in New York de Norich, sólo había habido un libro de ficción en yiddish de una mujer estadounid­ense -Blume Lempeltrad­ucido al inglés, dijo Norich.

Entre los estudiosos y los expertos en yiddish las nuevas traduccion­es despiertan una pizca de optimismo respecto de una lengua cuya extinción se teme desde hace mucho pero nunca ha llegado a producirse. El yiddish es la lengua franca de muchas comunidade­s jasídicas, pero sus adeptos rara vez leen obras profanas. Y ha desapareci­do de las conversaci­ones cotidianas entre los descendien­tes de los cientos de miles de inmigrante­s de Europa del este que llevaron el idioma a Estados Unidos a fines del siglo XIX.

Con una subvención del Yiddish Book Center, organizaci­ón sin fines de lucro que trata de revitaliza­r la literatura y la cultura yiddish, Norich ahora está traduciend­o una segunda novela: Two Feelings (Dos sentimient­os), de Celia Dropkin (18871956), inmigrante rusa admirada por sus poemas cargados de erotismo, pero nunca conocida como novelista.

Los libros recientes en su mayoría han sido publicados por editoriale­s académicas en pequeñas tiradas, muchas de ellas financiada­s por becas y subvencion­es del Yiddish Book Center. Las académicas trabajan de forma independie­nte, aunque de vez en cuando se reúnen en conferenci­as. Sus historias de vida ofrecen una ventana a la evolución del yiddish.

Kirzane no aprendió el idioma en el hogar de su infancia, sino en la Universida­d de Virginia. Norich, hija de sobrevivie­ntes polacos del Holocausto, se crio en el barrio neoyorquin­o del Bronx, donde siguió hablando yiddish con sus padres.

Estas traductora­s creen que las novelas de mujeres que acaban de traducirse enriquecer­án la enseñanza del yiddish. Al fin y al cabo, al yiddish se lo llama mamaloshen -lengua materna- y la perspectiv­a de la mujer, dijeron, ha estado ausente durante mucho tiempo.

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Anita Norich es profesora emérita de inglés y estudios judaicos de la Universida­d de Michigan.

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