Mitlag: artificios, con total naturalidad
En Gachi Prieto. Con una expo tratada como una de sus obras, Miguel Mitlag enfrenta al espectador a los dilemas de lo real y lo irreal en el arte.
Hay una puerta verde. En realidad son dos puertas verdes, con el picaporte blanco en la misma posición. Forman dos planos que parecen imposibles de ver en la realidad y se recortan sobre un fondo negro, tan negro que necesariamente tiene que ser artificial: no hay ese negro en la vida real. Un mueble de oficina con la puerta entreabierta deja ver los estantes vacíos. Arriba, un vaso de café de plástico contrasta en su blancura contra el fondo negro, acentuando la sensación de estar viendo algo que puede ser, o no, parte de un episodio cotidiano.
Miguel Mitlag logra en Hacemos Arreglos, su actual exposición en la galería Gachi Prieto, generar un ambiente indiscutiblemente contemporáneo. A pleno cubo blanco, con pocas piezas y muchos recursos, el artista logra instalar un clima que refiere a su larga permanencia europea: vive en Berlín hace más de 15 años.
Los tres videos en la entrada presentan en loop una serie de situaciones cotidianas cargadas de intriga e interés narrativo y visual. Copas que se caen y se rompen, una mesa tendida y la sospecha de la presencia humana actúan como preludio.
En la sala, las obras están alineadas y con mucho aire entre una y otra, lo que introduce al espectador en un esquema en el que la composición se revela como el principal punto de articulación. Las fotografías de Mitlag son un enigma. Es difícil saber si se trata de una una toma directa o una instalación. Si es cierto que la naturaleza imita al arte, es posible que algunas de las representaciones visuales de Mitlag sean el fruto de la acción humana, pero también que se trate de una hipótesis que se le presenta a la retina del espectador para conmoverlo. Algunas de las nueve piezas se resuelven como verdaderas obras geométricas. La número dos de la serie Mientras hago espacio es un buen ejemplo. La recurrente puerta verde en un extremo y plano marmóreo en el otro enmarcan una estructura abstracta donde una sucesión de planos de color solo se ven interrumpidos en su nitidez por una sombra, allí para humanizar la imagen.
Ese rastro humano reaparece. Mitlag vuelve a un registro habitual en él y los objetos de uso humano, vasos, sorbetes se muestran en primer plano, casi como un vanitas que antecede a un juego compositivo marcado por la recta y el plano.
Es interesante hacer el recorrido por las fotos y volver al inicio para ver la sala en perspectiva. La visión es poética. La progresión de líneas rectas horizontales que plantean las obras y la arquitectura de la sala más el punto de fuga hacia el exterior luminoso parece parte de la exposición de Mitlag. Para acentuar ese clima, una instalación de madera pintada en dos tonalidades rosas proponen otro tipo de mirada. La escultura de 1,50 metros de altura permite ver a su interior la complejidad del armado y el ensamblaje de las piezas. A un lado de la sala, rodearla es casi imposible, solo se puede girar a su alrededor dibujando un imaginario semicírculo. La pieza, “Doctor por favor una más”, fue realizada este año y para esta exposición.
Entonces el visitante se va a encontrar con tal vez la pieza más vibrante, la que da título a la expo. “Hacemos arreglos” es una pequeña escultura en MDF que reproduce a escala exacta y mínima la entrada de la galería Gachi Prieto. Aunque de factura impecable, algo no encaja. La idea de “hacer arreglos” de Mitlag parece incluir modificar la puerta principal y volverla un ejemplo de nuevo brutalismo. Su portón es ahora un robusto portal con cuatro entradas gigantescas y un poco intimidantes. Es interesante el juego que se establece entre entrada y salida, entre facilidad y dificultad y entre porosidad y densidad. En definitiva, Mitlag otra vez pone al espectador frente a la pregunta sobre lo real y lo irreal, ese antiguo dilema que el arte intenta descifrar desde siempre.