Km 0, “desde acá, global”
Creemos conocer la receta para organizar una bienal de arte contemporáneo. Una ciudad, fijar fecha, designar curadores algo altivos que salgan a la pesca de artistas con un tema, elegido con sofisticada vaguedad. BIENALSUR lo cuestiona: carece de un rótulo común y su cronología es forzosamente abigarrada. El abordaje de esta curaduría abierta, de la catedrática Diana Wechsler, con la asesoría de Marlise Ilhesca, es polifónico, por decir poco: experiencias en 16 países, 32 ciudades, 84 sedes, 350 artistas y curadores. No ocurre cada dos años, sino escalonado a lo largo de un bienio. Hablar de work in progress a menudo esconde mera retórica, pero esta Bienal se despliega como un proceso en un sentido genuino.
Sus preámbulos llevaron dos años. La propuesta, propulsada por la UNTREF en diálogo con otras universidades y museos, propone una articulación novedosa. Cuestiona las liturgias curatoriales e incita a los artistas a producir obras en sitios que no son sus lugares de origen. Proyecta la figura de un espectador despabilado, en tránsito, que disfruta del interior del museo pero también del jardín que lo rodea. Al situarse a distancia de los mandatos del mercado, permite reunir a artistas emergentes —como el colombiano Iván Argote y el binomio brasilero de Motta Lima—y célebres como Pedro Cabrita Reis.
Dado que parte de los proyectos son intervenciones urbanas, interpelará a transeúntes. Y explotará la conectividad: desde cualquier punto presencial se tendrá acceso virtual a lo que ocurre en las demás sedes.
Como sostiene Wechsler, “hoy en día todos estamos en varios sitios a la vez”. Y es necesario definir, dice, un nuevo lugar de enunciación: “un desde acá global”. Desde la conciencia ecológica hasta las problemáticas sociales, en casi todas las propuestas seleccionadas se reconoce la voluntad del arte de situarse en un aquí y ahora, desde el cual mitigar las heridas del mundo.