Revista Ñ

Las parejas según Charly

- POR GONZALO GARCÉS PUBLICADO EL 18 DE SEPTIEMBRE DE 2010 G. Garcés estudió Letras Modernas en la Sorbona y Filosofía en la UBA. Fue columnista durante años en Ñ.

Cuando se habla de la época dorada de Charly García –desde Yendo de la cama al living hasta Filosofía barata y zapatos de goma, digamos– se resalta cómo daba voz al ánimo colectivo de esos días. No se ha notado tanto, creo, su otra cara: el disimulada­mente confesiona­l. Esos discos son (entre otras cosas) un desgarrado tratado sobre la pareja. “No tengo agua caliente en el calefón/ No tengo que escribir canciones de amor.” ¿Qué dicen, realmente, esas líneas de “Ojos de videotape”? No tengo calor para dar, así que mejor que no escriba canciones de amor. Y no las escribe: el que habla no tiene “ni un poquito de amor para dar”. No hay señales de algo que vive en él, aunque quizá por eso mismo sí “necesita amor”, sin

el cual “se va desvanecie­ndo”. Ante la encargada de proveerle ese amor, la que debe darlo todo sin pedir nada a cambio, se justifica: “Sabés que no aprendí a vivir.” Y le pide que no les dé “patadas a los locos”. Bien: no hay que ser un lince para ver que algo anda mal ahí. Por un tiempo, sin embargo, ella “adivina todo lo que él está pensando”. Es el ángel que “cuida su suicida corazón.” Pero ojo: un día puede no aguantarlo más, a este hombre que quiere “abrazarla como si fuera un bebé”, pero que, dotado de “garras de marfil”, “hiere su piel”. A veces, ni el sexo funciona: “Quiero treparte”, dice, “pero no pasa nada” (y quizá valga notar que trepar en portugués vale por coger, y que García por entonces vivía con una brasileña). Además, ella tampoco es ninguna joyita: apenas se conocieron, “se sacó el toco” (la neurosis, la locura) y se lo dejó a él. Difícil que lleguen a ponerse de acuerdo. Y pasa lo que tenía que pasar: ella, que siempre “estaba por embarcar”, esta vez se va de verdad. El la extraña, y la acusa de “echarse a correr”, pero admite que “no vio su alma”, aunque, como un vampiro, “quería sus venas”. ¿Le dio algo, al final? Quizá sólo filosofía barata y zapatos de goma. De estas trágicas cosas nos habló García, y nos hizo creer que hablaba de política, de sociología, de la Argentina de los ochenta.

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