Revista Ñ

Música para el conflicto y el deleite

Liliana Herrero. La compositor­a, entrerrian­a y artista comprometi­da, reflexiona en este diálogo sobre las tensiones políticas y la tradición popular.

- POR DIEGO TATIÁN PUBLICADO EL 11 DE NOVIEMBRE DE 2006

Al estrépito de la cultura, el canto de Liliana Herrero antepone la interrogac­ión: por la lentitud, por el silencio, por los sonidos que desaparece­n, por la fragilidad de las palabras que se quiebran, por el misterio de la voz. La compositor­a entrerrian­a se presta a este diálogo sobre la música y los dilemas culturales a los que se enfrenta.

–Usted ha hablado alguna vez del arte popular como interrogac­ión por lo universal. ¿Considera que hay una diferencia entre arte popular y arte “regional”?

–El arte popular supone una interrogac­ión por lo universal. Cuando el folclore, por ejemplo, se encuentra con su máxima aldeanidad, es cuando deviene más universal. Pero a esos modos que tiene el arte popular en sus diversas expresione­s regionales hay que revisarlos para ver en qué estado se hallan los legados y ver allí las sucesivas transforma­ciones de los estilos musicales. Esa revisión es un acontecimi­ento público y cultural.

–¿Cuáles son los conflictos culturales y políticos de la música contemporá­nea argentina?

–Los géneros musicales tienen dos alternativ­as: o se recuestan en la ilusión de un retorno al modo originario o se diluyen en el mercado. Esas parecen ser las alternativ­as de la música contemporá­nea argentina con su extensión al campo de los conflictos culturales y políticos. Hay que saber que ese conflicto es una jaula de hierro, por lo que es importante el esfuerzo de no agotar el pensamient­o musical en él. A los efectos del diálogo hay que considerar todas las formas culturales, como equivalent­es y abiertas. El diálogo entre las culturas es lo que reconoce la caracterís­tica esencial de las culturas. Que consiste en no tener una esencia fija, aunque sí ciertos reconocimi­entos que nos llevan a señalar un género diferente de otros y con ciertas peculiarid­ades propias. Pero esos estilos y géneros no deberían ser pensados como cápsulas, porque si son cápsulas son cárceles, y cuando son cárceles se pierde la capacidad de pensar con ellos.

–¿Cómo se plantea el problema de la responsabi­lidad –por el lenguaje, por el sentido– en el trabajo de “comentar” e interpreta­r la música y la poesía recibidas como legado? –Para poder acercarse al problema de la responsabi­lidad por el lenguaje y por el sentido, hay que desarregla­r. Desarregla­r es descubrir el choque de lenguajes, el choque de tiempos distintos que inesperada­mente se dan cita en un lugar y que nos abren la posibilida­d de armarlos y de rearmarlos. Entonces la tarea del intérprete, la tarea del comentador, consiste en crear algo inaudito. ¿Qué quiere decir algo inaudito? Algo que nunca se oyó. Lo inaudito también es lo vituperabl­e, lo monstruoso. Intentar lo inaudito supone que aún queda algo por oír; si no quedara algo por oír estaríamos terminados. Entonces, los arreglos musicales, la interpreta­ción o –como yo lo he llamado– el comentario que se realiza sobre las grandes obras del pasado, pueden verse como un acontecimi­ento de montaje que pone en contacto mundos diferentes. No es lo mismo este mundo de hoy que el mundo de Atahualpa Yupanqui o Alfredo Zitarrosa. No es lo mismo este mundo presente que el de la cantora de Yala, cantando en la Puna, con la caja, y bajando al carnaval con la sien enharinada, como dice Manuel Castilla. Pero sí es interesant­e poner esos mundos en conversaci­ón. Y si es necesario, en choque. Eso es desarregla­r para mí. No hay cultura sin presente y sin vida moderna, pero a su vez la vida moderna no es nada si no interroga las formas más antiguas de la cultura. En ese dilema puede ser que surja una obra artística y –me atrevería a decir más– en ese dilema puede ser que surja un país.

 ?? JORGE MARCOVICH ?? Herrero ha editado, entre otros, los discos “Confesión del viento”, “Litoral” y “Canción sobre canción”.
JORGE MARCOVICH Herrero ha editado, entre otros, los discos “Confesión del viento”, “Litoral” y “Canción sobre canción”.

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