Malena, entre los favoritos peronistas
Diálogo con Nelly Omar. Habló sobre su amor clandestino con el poeta del tango Homero Manzi. Además, sus recuerdos de Gardel y de Evita.
Yo quería ser aviadora”, dice Nelly Omar. Por eso, una tarde llega al aeródromo de Quilmes y ve a Eva Duarte, aún adolescente, que también quiere subir al cielo y ver el mundo desde arriba. “Y en el cielo nos hicimos amigas”, afirma.
“Nunca pensé en ser cancionista –cuenta ahora–, aunque mi padre fue guitarrero de Gardel. Yo aprendí a cantar escuchando sus discos que él traía cuando venía a mi casa, en Guaminí, y mi padre lo recibía”. La voz de Nelly se fue afinando, como la de Gardel, sobre vidalas, estilos, milongas camperas, y después el tango. Por ello, se define como cantora nacional.
La niña Nilda Elvira Vattuone, nacida en 1911, se presenta a una prueba en Radio Splendid. Es 1924; debuta con “A mi madre” y quienes están en el estudio lloran, recuerda ahora, a los 93 años, poco antes de presentarse en el Luna Park. Va a cantar, como en 1937, cuando los lectores de la revista Caras y Caretas la eligieron primera de las cancionistas. También la eligió Evita para que su voz animara las fiestas populares cuando triunfa el peronismo.
“Yo nunca fui a pedirle nada. Fue ella la que se enteró de que yo estaba trabajando y entonces me llamó. Yo la había vuelto a ver en 1944, cuando fuimos todos los artistas al Luna Park para juntar fondos por el terremoto de San Juan. Fue el día que ella lo conoció a Perón. Yo estaba allí”.
Hasta Hugo del Carril se hace cantor del peronismo de su mano: “Cumplía años Evita y lo festejaban en Olivos. Homero Manzi había escrito dos milongas y me dice que lo vaya a ver al Secretario de Difusión para pedirle que lo dejara cantar a Hugo del Carril. Apenas empezó a cantar, Evita me mandó a llamar. ¿Es cierto que vos lo trajiste a este?, me preguntó. Yo le dije: son versos de Manzi, escuche. Después, nos reunimos en una sala. Yo sabía que Hugo era muy entrador. Bueno, amigo, le dijo Perón, a partir de mañana va a tener a su disposición toda la película virgen que necesite para filmar. Y así fue”.
Ya la habían llamado la “Gardel con polleras” cuando la sacaron en andas del cine Gardel, de Valentín Alsina. Y Homero Manzi la llamó Malena, en el tango que lleva música de Lucio Demare.
“Se había ido con Francisco Petrone a México. Una noche canta una chica que tenía mi estilo. Petrone, que sabía bien el drama de amor que Homero tenía conmigo, le pregunta: ¿A quién se parece? Y Manzi toma un papel y escribe. Cuando vuelve a la Argentina, Homero me dice que me escribió un tango. Yo no sé qué pasó, pero no lo encontraba y volvió a escribir”.
Le escribió “Malena”, aunque otras versiones cuenten que Manzi se lo dedicó a una cantante que vio en Brasil.
Se habían conocido en 1938. Pero era una historia imposible: los dos estaban casados y él tenía además un hijo. Un amor fugitivo, hecho de canciones. Ella decidió separarse pero él no cumplió. “Era muy poeta para el amor, pero también fue muy cobarde para vivirlo”, resume ahora.
“La última vez que lo vi fue una noche en el hospital. Ya estaba grave y me necesitaba, pero como estaba la familia, yo no podía entrar. Esa noche el doctor Matera me llamó y me dijo: Nelly, si quiere, venga. Era la madrugada. Entré y lo vi: flaco, la barba negra, una palidez mortal. El quiso levantarse pero no pudo. En sus ojos se notaba el placer que tenía de verme”.
Era mayo de 1951. Al año siguiente moría Eva Perón. Lentamente, el trabajo para Nelly se volvió cada vez más escaso. Estuvo silenciada durante más de 15 años y nadie o casi nadie salió a rescatarla. Cuando pudo, volvió a cantar. “Nunca canto los tangos que Homero compuso para mí –dice ahora–. Yo estrené “Fuimos”, en la radio, y guardo la grabación, lo único que tengo. Y es que cuando canto las letras de Homero, siento que estoy con él, lo tengo al lado”.