De cómo la ciencia transformó al policial
Al histórico éxito de la novela negra, se suman las series donde reinan forenses y aficionados. Eterna fascinación del mal.
Sobrevivir a un peligro implica un aprendizaje. Quizás por eso jugamos a experimentar con el miedo en escenarios seguros: la ficción. Hoy miramos no sólo series policiales sino documentales. Y entre los crímenes, el que más atrae es el asesinato. La literatura llegó antes. Del policial de intriga que dominó el siglo XIX a las novelas de Hammett, lo que cambió (además del investigador) es el tipo de placer asociado a la lectura. Los fans de Sherlock Holmes o de Poirot se complacen en mirar por encima del hombro de sus detectives, en juntar pistas para descubrir juntos al asesino. Los lectores del hardboiled, en cambio, disfrutan de un mundo violento donde importa menos quién cometió el crimen que aceptarlo.
Pero detrás de la masividad no hay sólo una fórmula. Pensar un buen policial es difícil. Quizás por eso es la ciencia la que irrumpe. En las series, esto implicó un desplazamiento. El detective masculino, duro, que atrapa al criminal gracias a sus músculos, ya no domina. A los casos los resuelven los forenses o los criminólogos desde la infalibilidad de sus laboratorios. Es más, desde la llegada de CSI, Bones, Criminal Minds y Those Who Kill, el misterio en torno a la escena del crimen se ha transformado casi en un género aparte.
¿Cuánto muestran de real? Poco, dice Gastón Intelisano, oficial del Poder Judicial, criminalista y escritor de novelas negras. “Enfatizan lo tecnológico y pierden de vista lo humano. Un tipo pone una muestra en un microscopio, lee el resultado en un gráfico y resuelve todo”. Además, está el glamour con el que se presentan estas profesiones, cuando en realidad la tarea puede ser mirar una y otra vez la foto de una anciana asfixiada .
Hay también una fascinación por el mal. “Todos nos hemos visto alguna vez identificados como agresores cuando queremos hacer justicia y no la tenemos”, dice Laura Quiñones Urquiza, perfiladora criminal. Para Intelisano, existe un placer especial en la idea de justicia”. Y la ciencia parece ser lo único que nos da 100% de seguridad”, cierra. Aunque esa ilusión la provea una pantalla o la página de un libro.