“Ilustrar es como componer música”
Encuentro con Isol. En su año admirable de premios, la multiartista anunciaba un nuevo disco. Desde entonces, ha ido por más.
“Me río de ciertas miserias que tenemos, pero con amor y cariño. Si no te podés reír, no podés pensar, no te podés mover. Mi manera de dibujar, medio desparpajo, medio divertido, hace que se relaje la seriedad de los temas”, aseguró Isol cuando ganó el Premio Astrid Lindgren 2013, uno de los más prestigiosos del mundo en literatura infantil y juvenil, que reconoce a autores, ilustradores e iniciativas que inciten a la lectura. “El dibujo narra poderosamente, rápidamente”, señaló la ilustradora en marzo. Meses después presentaba su CD Un universo en miniatura en el Malba en medio de las tarimas de la muestra El hombre con el hacha y otras situaciones breves, de Liliana Porter.
Resulta movilizadora la semejanza de la puesta de Porter con la exploración sonora de SIMA, el proyecto musical de Isol junto a su hermano el compositor Zypce y los músicos Pablo Chimenti y Nicolás Cecinini. Isol nació en 1972, diseña sus propios libros. Por su obra editorial ha sido premiada en varios países y sus libros han cruzado las fronteras y se publican en México, España, Francia, Suiza, Corea, EE. UU.
“La observación de lo cotidiano con una lupa revela, de una manera extraña: el misterio y el drama contado como un cuento, lo ominoso de la infancia, las relaciones amorosas y sus pequeñas victorias y revanchas, el humor asordinado...”, todo eso confluye en su obra ilustrada, explica.
–¿Hay un universo creativo común a la música, la ilustración y la literatura?
–En la música, uso herramientas que tienen que ver con las posibilidades expresivas de mi voz, de cierto tipo de melodías, y de cómo esto se articula con una letra o un sonido. Eso es muy diferente de un libro, que es silente y comunica a través de texto e imagen. Otra diferencia es que mis canciones apuntan a un público adulto, aunque mantengan ciertos climas y aire de cuento, pero tienen que ver con experiencias adultas y aluden a situaciones más oscuras o complicadas. La ilustración tal vez se asemeje más a componer música, porque ambas narran de alguna forma pero no con palabras. Pueden contrastar con la letra escrita, contar o cantar juntas o crear el clima que envuelve lo que dice la canción. –¿Cuál es tu método de composición?
–El hacer mejunjes raros es parte del proceso. Hace poco que compongo, por lo que mi técnica es realmente intuitiva, basada en mi experiencia de cantante y poeta, tratando de combinar las dos, cosa que en un principio me daba bastante pudor. Poner voz a las propias palabras a veces parece muy confesional. Pero cada vez me siento más libre. No tengo un estilo definido, cada canción es un experimento nuevo.
–¿Hay algo de la exploración en la música que se cruza con el juego?
–¡Por supuesto! Sin juego no hay creación posible. No debería haber miedo al error, sino ganas de descubrir y crear una especie de artefacto, algo que antes no existía. Para esto hay que sentirse libre para jugar, y luego el esfuerzo de sintetizar o retocar hasta que queda el producto final, es parte de querer que ese juego llegue a los demás para sorprenderlos y que lo disfruten también. Hay pasión detrás, ganas de inspirarnos e inspirar.