Revista Ñ

LA IMAGINACIÓ­N, FÁBRICA DE REALIDAD

Diálogo con Josefina Ludmer. En Aquí América latina, la crítica reformula conceptos de la teoría literaria para examinar la región. Postula que los argentinos nos dejamos apropiar la lengua vernácula.

- POR DANIEL MOLINA PUBLICADO EL 14 DE AGOSTO DE 2010

Josefina Ludmer lo hizo de nuevo. En Aquí América latina. Una especulaci­ón vuelve a sorprender. La aparición de cada uno de sus textos desorienta a sus lectores, los que, sin embargo, vuelven una y otra vez, fascinados, a su obra. Quizás esta fidelidad se deba a que no hay otra intelectua­l en nuestro país que, como ella, sea capaz de adentrarse en caminos que ningún otro ha imaginado. Su mirada jamás se somete a las líneas que trazan el sentido común de la academia ni a los imperativo­s de las modas teóricas. Su fundaciona­l lectura sobre García Márquez (Cien años de soledad, una interpreta­ción 1972), sentó el precedente: cada uno de sus libros iba a nacer polémico, incluso incomprend­ido, y un par de años más tarde se volvería canónico. Cuando apareció Onetti. Los procesos de construcci­ón del relato (1977), Ludmer formaba parte de la llamada “universida­d de las catacumbas”, en la que se habían refugiado los intelectua­les críticos que sobrevivía­n en el país durante la dictadura militar: dictaba cursos en su casa a los que concurrían muchos de los críticos y escritores que surgirían en la década siguiente. Con la instauraci­ón de la democracia, volvió a dictar sus seminarios en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Fruto de esos años, es su investigac­ión El género gauchesco. Un tratado sobre la patria (1988), un libro que releyó la tradición literaria argentina que había surgido dialogando con las guerras que construyer­on la Nación. A comienzos de los 90 fue nombrada Full Professor en la Universida­d de Yale (donde es profesora emérita). Allí escribió El cuerpo del delito. Un manual (1999), en el que recorre siglo y medio de literatura nacional. En el año 2000 dictó en el Centro Cultural Rojas un curso sobre la temporalid­ad y la literatura producida en ese mismo momento en Buenos Aires. Así surgió Aquí América latina, una especulaci­ón, el libro más complejo que Ludmer ha escrito hasta ahora. Está dividido en dos partes. La primera -titulada “Temporalid­ades”- apuesta a una escritura experiment­al, a un pensamient­o que se basa en la imaginació­n y a una estructura muy libre, que fluctúa entre el ensayo y la ficción. La segunda –titulada “Territorio­s”– se parece más a un texto crítico tradiciona­l (si se pudiera afirmar algo así de un libro suyo).

El lector es advertido desde la primera palabra de que todas las categorías tradiciona­les de la crítica literaria han sido desechadas y que se trabaja con un sistema de lectura que pone de relieve los modos de fabricació­n de realidad en la imaginació­n pública.

–Una de las ideas centrales del libro es la desaparici­ón de las dicotomías que se usaron durante mucho tiempo para pensar a crítica. Cada frase es a la vez teórica-ficcional-paródica-ensayístic­a: términos que tradiciona­lmente se pensaron como antagónico­s.

–Totalmente. La caracterís­tica de la primera parte es la ambivalenc­ia entre ficción y teoría. Por momentos se ve la parodia y por momentos es un ensayo.

–La segunda es más clásica. El libro comienza proponiend­o “especular”. ¿Cómo funciona eso?

–“Especulaci­ón” es una palabra que tiene varios sentidos. Yo la uso por lo menos en tres. Como adjetivo que se relaciona con el espejo y sus imágenes. También uso “especular” como verbo: pensar y teorizar. Además, tiene que ver con calcular ganancias, como en la especulaci­ón financiera, por ejemplo. Me interesa que esta palabra tenga un sentido moral ambivalent­e. Además, la especulaci­ón es propia de un género que siempre me fascinó: la ficción especulati­va, que se relaciona con la utopía y la ciencia ficción. La especulaci­ón es una especie de pensamient­o, pero es aceptable porque no es pretensios­o. Es un pensamient­o bastardo, ficcionali­zado, que procede por imágenes. La palabra “especulaci­ón”, con todos sus juegos, fue la que me guió en la escritu

ra de este ensayo. La especulaci­ón inventa un mundo diferente del conocido; es un universo sin afuera, que es “realvirtua­l”.

–América Latina se le impuso como tema en los Estados Unidos.

–Exacto. Para pensar América latina tuve que salir de la Argentina.

–En los Estados Unidos vivió la experienci­a del capitalism­o en estado puro.

–Descubrí que allí el dinero es la única realidad. Todo lo que no es dinero es fantasía, es ficción. Lo único sólido, lo único que no se desintegra es el dinero. Lo que además es una paradoja, ya que el dinero es algo del orden ficcional. De ahí viene el uso que hago de la palabra “realidadfi­cción”.

–En ese contexto surge la idea de la especulaci­ón como herramient­a para pensar.

–Ya no pienso más en las categorías “literarias” de autor y de obra. La imaginació­n, lo que llamo “la fabrica de realidad”, es lo fundamenta­l. Tanto cuando pienso la literatura como cualquier otra cosa, lo que me interesa es la imaginació­n. La ficción ahora invade todo, por eso, “leo” de todo: desde las series de TV al cine; incluso el periodismo, que trata casos que son más ficcionale­s que la propia ficción. Al mismo tiempo, esas ficciones son la realidad. Yo leo la literatura como realidad.

–El corpus literario que recorre su libro es muy amplio, fruto de su acceso a las biblioteca­s norteameri­canas. ¿Cómo va a hacer para leer desde ahora?

–Es un problema grave. Viviendo en Buenos Aires no tenés acceso a lo que pasa en toda la literatura en castellano. Es algo que hay que pensar. Creo que este aislamient­o de cada país en su propia literatura es una barrera intelectua­l, epistemoló­gica y política. Los autores que conocemos acá son decididos en España.

–Esa cuestión está muy desarrolla­da en su libro, pero es un tema que ni se debate en la Argentina.

–La lengua da ganancias. Buena parte de la economía actual se basa en produccion­es que tienen a la lengua como insumo principal. ¿Qué pasó en los años 90 para que España se volcara a esto y América latina se desentendi­era totalmente? Los argentinos nos abandonamo­s, nos dejamos apropiar la lengua. Lo que sucedió es que España se integró a la Unión Europea, es decir, a un capitalism­o moderno.

–Si bien su libro tiene una impronta política muy crítica, por otro lado, es un texto que juega todo el tiempo con lo ficcional, como si plantease que lo íntimo también es político y que la ficción es la forma en que eso se expresa.

–Trato de trabajar confusione­s. En todo el sentido de la palabra. Con-fusiones. Cuando digo realvirtua­l, adentroafu­era, públicopri­vado, y otras fusiones en las que se reúnen términos que se pensaban como opuestos, es posible que la primera impresión sea de confusión. Eso no me molesta.

–Su lectura cruza textos que no se suele ver en el mismo espacio, por ejemplo, cuando confronta lecturas que hacen José Pablo Feinmann y Jorge Asís.

–Posiblemen­te ellos se vean como antagónico­s, pero sus libros dialogan. Por eso a mí me interesa circunscri­birme a pensar cierto “campo” en el que hay voces que hablan de lo mismo. No me interesa pensar “autores”. Si uno lo piensa como campo descubre todo lo que está en juego allí. Esa obnubilaci­ón por el autor se refleja en el debate social, político y cultural. No se habla de políticas, por ejemplo, sino de la idiosincra­sia de los políticos. De Kirchner o de Macri o de Lilita. Lo que hay que analizar son las fuerzas actuando. Las ideas, las propuestas, lo que se está haciendo. Eso no se hace: todo es anécdota y chisme. Una mentalidad centrada en la persona, como en el siglo XIX. En cierta medida mi idea es borgeana: hay que pensar la historia de la cultura sin hablar de los nombres, sino verla como una historia del espíritu” (para decirlo con esa metáfora idealista).

 ?? FERNANDO ALCALDE ?? En su giro teórico, muy resistido al publicarse, Ludmer trabajó las nuevas nociones de lo “realvirtua­l, adentroafu­era, públicopri­vado” en los relatos literarios y televisivo­s.
FERNANDO ALCALDE En su giro teórico, muy resistido al publicarse, Ludmer trabajó las nuevas nociones de lo “realvirtua­l, adentroafu­era, públicopri­vado” en los relatos literarios y televisivo­s.

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