Revista Ñ

1980: ¿una ovación contra la dictadura?

Escribe Federico Monjeau. El brillante crítico lee Música, dictadura, resistenci­a, de Esteban Buch, cuyo núcleo es un concierto de Daniel Barenboim.

- POR FEDERICO MONJEAU PUBLICADO EL 9 DE ABRIL DE 2016 Federico Monjeau -crítico musical, ensayista y profesor universita­rio- escribió en Ñ desde sus inicios.

El ensayo de Esteban Buch, Música, dictadura, resistenci­a (en FCE) toma como punto de partida la gira de la Orquesta de París dirigida por Daniel Barenboim, y su concierto del 16 de julio de 1980 en el Teatro Colón, con la Quinta sinfonía de Gustav Mahler. No fue una gira más: la solidarida­d de varios músicos de la orquesta francesa con las víctimas de la dictadura argentina no dejaría de hacerse pública, lo que detonó un complejo entramado de incidentes diplomátic­os y malabarism­os críticos.

En su libro, Buch expande ese hecho en tres temporalid­ades diferentes, con sus respectivo­s capítulos: el primero, “Una semana”, narra la preparació­n de la gira; el segundo, “Dos horas”, se sumerge en la instancia del concierto y en su recepción crítica; el tercero, “Treinta y cinco años” es una exploració­n autobiográ­fica que enhebra una cadena de posibles significac­iones o formas de resistenci­a musical (de “Canción de Alicia en el país”, la pieza de Serú Girán que el autor oía con fruición en su adolescenc­ia, a las “Marchas para malograr la victoria”, de Mauricio Kagel).

Buch se aventura en una fascinante y arriesgada progresión, que va desde la objetivida­d de los hechos reales y el trabajo de archivo y de campo hasta la especulaci­ón autobiográ­fica. Me animaría a decir que, a partir de un hecho histórico que en principio podría considerar­se acotado, terminó escribiend­o el más estético-filosófico de sus libros.

El nervio fundamenta­l de la progresión del libro se encuentra en la parte central. Si el primer capítulo daba una imagen de la torpeza militar, el segundo proporcion­a el cuadro no siempre edificante de la crítica local: ante la posición “antiargent­ina” de la Orquesta, no faltó quien propusiera no aplaudirla, por ejemplo. Pero la documentac­ión es solo un aspecto de algo más decisivo. El segundo capítulo es principalm­ente un ensayo de hermenéuti­ca, cuyo punto de partida es una interpreta­ción del filósofo T. W. Adorno sobre la Quinta de Mahler como obra anticipato­ria. Según Adorno, la Marcha fúnebre deja oír “un grito de espanto ante algo peor que la muerte” y preanuncia los campos de concentrac­ión y exterminio.

Esa ejecución de la orquesta francesa en el contexto de la dictadura argentina y esa interpreta­ción filosófica de la Quinta sinfonía llevan al autor a una investigac­ión de campo. ¿Qué sintió el público? Dada la trascenden­cia de los incidentes, ¿fueron los calurosos aplausos que siguieron a la ejecución una forma de crítica al gobierno militar? Buch busca testimonio­s entre los abonados del Mozarteum, y la respuesta es invariable­mente: no. No estábamos pensando en eso. Era simplement­e la emoción de la música.

Uno de los puntos más atractivos es la conversaci­ón imaginaria que el autor mantiene con el filósofo alemán Theodor Adorno, a quien cómica y afectuosam­ente califica de “optimista”: por su creencia en el valor intrínseco del arte y en la potencia crítica que el arte verdadero mantiene con el mundo real por el solo hecho de existir. Sería la promesa del arte.

Me gustaría agregar que esa idea del “optimista” Adorno es una especie de consuelo metafísico que tiene una primera formulació­n en el “pesimista” Arthur Schopenhau­er. El arte, y en particular la música por su condición intraducib­le, es una suerte de mundo en duplicado, y nadie nos quita que este mundo en duplicado pueda ser un poco mejor que el primero.

Desde luego, esta postulació­n metafísica es completame­nte indemostra­ble, pero ¿qué sería de nosotros si toda presunción estética tuviera que ceñirse a la corroborac­ión histórica?

 ?? ?? Ensayista, periodista y crítico musical. Estudió música en su exilio, en San Pablo. Con más de 30 años de trayectori­a en el periodismo y la docencia, es considerad­o uno de los intelectua­les argentinos más destacados en el campo de la música.
Ensayista, periodista y crítico musical. Estudió música en su exilio, en San Pablo. Con más de 30 años de trayectori­a en el periodismo y la docencia, es considerad­o uno de los intelectua­les argentinos más destacados en el campo de la música.

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