Freud, los sueldos bien gastados
Es anecdótico pero testimonial, el hecho de cómo el psicoanálisis entró en mi vida. Yo estaba a los 14 años muy enamorado y mi novia me dejó. Y yo era muy sensible y entré en una cosa de angustia muy grande. Entonces mi madre recordaba que el Dr. Rascovsky me había curado de asma, porque era pediatra. Y me llevó e hice terapia con la mujer. Y la verdad es que me sacó. Más bien, me convirtió de un tímido a un extrovertido. Después hice Medicina. Me recibí muy joven, a los 22 años porque, paradójicamente, no me gustaba. Entonces, qué hacía. O iba para delante o iba para atrás. Pero después recordé que el psicoanálisis había tenido un efecto en mí muy importante. Una cosa es leerlo y otra cosa es haberlo atravesado. Y bueno, entonces me empecé a interesar.
En sexto año compré a Freud. Entré en terapia. Y allí fue donde yo comencé la carrera psicoanalítica. Todo esto para contextualizar estos comentarios sobre la actualidad del psicoanálisis. Una de las preguntas propuestas es si el psicoanálisis actual es una disciplina en evolución a la par de las ciencias duras. En realidad, que sea o no una ciencia me importa poco. No soy un científico, mi sensibilidad es artística. Entonces, lo que me pasa es que soy un médico que se psicoanalizó como 18 años (¡me gasté mucha plata!).
Dicho esto, opino que la mayoría de la gente que dice “yo me psicoanalizo”, en realidad, no hace un psicoanálisis en el sentido escrito por Freud o por Lacan. En realidad, la mayoría hace psicoterapia psicoanalítica y no el psicoanálisis riguroso. Eso ha quedado más para la formación. Lo que ha pasado –y lo ha dicho la Roudinesco– es que han aparecido en el mundo muchísimas terapias alternativas. Y estas terapias alternativas –buenas, regulares, pésimas o malas– han ayudado, y ayudan, a mucha gente. La neurolingüística, la bioenergética, terapias sistémicas.
Creo que lo que ha ocurrido es que en la sociedad actual vivimos con una ansiedad muy grande. Entonces es necesario que se pida ayuda. Ahora ocurre que algunas personas –los psicoanalistas se enojan– se van a un curso de literatura o de teatro y les sirve igual, mejoran. Cuando dicen que lo único que cura el malestar profundo es el psicoanálisis puro, no es tan así.
En conclusión, el psicoanálisis es un extraordinario instrumento que, sin lugar a dudas, se metió en la cultura de acá aun sin saberlo. Y que permitó ayudar a mucha gente.