LEER EL PAÍS EN CÓDIGO POLÍTICO
Anaqueles surtidos. La biblioteca política se amplía a temáticas vecinas -y a la propaganda, en años electorales-. Recogemos los clásicos del período, los protagonistas y polémicas, y sus alegatos ante la Historia.
Primeras versiones de la historia, aproximaciones al análisis necesario, andamios de las estructuras de pensamiento que se están horneando al calor de un fuego tibio pero permanente con fondo pandémico. En ese abanico podríamos ubicar a la producción de libros políticos que insisten y persisten en las vidrieras y anaqueles de las librerías. Hay abordajes coyunturales, biográficos, económicos, sociales y, afortunadamente, humorísticos en el año de las elecciones parlamentarias.
Querer atrapar el instante político que se vive en una imagen, en un texto fundamental, es el objetivo de los autores. No todos lo logran. Aún se mueven cajas con ejemplares del bestséller Sinceramente (Sudamericana) que Cristina Fernández de Kirchner escribió en 2019 con el que, según cifras de la editorial, llevaba vendidos 400.000 ejemplares.
En 2021 llegó una respuesta, un texto de evaluación y de proyecto político del ex presidente Mauricio Macri con un título ambiguo pero arrancado del glosario futbolero:
Primer tiempo. Un balance de algunas partes de los cuatro años de gestión en la presidencia del país. “No es fácil vivir en Olivos”, se lamenta el ex presidente en las primeras páginas. En abril de 2021 llevaba vendidos 70 mil ejemplares y en varias librerías sigue en el primer puesto de los más buscados. Mi camino de María Eugenia Vidal cuenta con un curioso prólogo del psicoanalista José Abadi. Allí dice: “Gran parte del gobierno y algunos representantes de la oposición son líderes verticalistas, endogámicos, a los que les cuesta abrir el juego, escuchar, cambiar. Están acostumbrados a plantear y a ganar la política en términos de conflicto. Para ellos, la cooperación es una imposición, no una vocación”.
Por otra parte, Guerra sin cuartel. Terminar con la inseguridad en la Argentina, de Patricia Bullrich. Allí plantea sus críticas y dudas sobre la gestión oficial en el área de seguridad y donde también se leen ideas ligadas a su proyecto político en la Ciudad de Buenos Aires. El politólogo Tomás Borovinsky ha leído el libro de Macri y también
Una tierra prometida de Barack Obama. El docente señala que “si bien suelen ser escritos por ghostwriters o asesores (como en general los discursos, spots y otras comunicaciones) es importante el hecho de que los políticos, en carrera o retirados, los utilicen para relanzarse o delimitar un legado. Al ponerles la firma, además de participar en su producción de distinta forma, convierten aquel libro-artefacto, de ideas o memorias, en un hecho político”. Los libros escritos por políticos compiten con los que escriben los periodistas, esos que a veces son llamados “la primera versión de la historia”, puntos de partida para que los académicos profundicen en una investigación. En ese sentido lo explica la doctora en Historia (UBA) y docente de la Universidad Torcuato Di Tella, Paula Bruno: “Como historiadora, este tipo de lectura me interesa porque, en general, tiene mayor apertura (soltura, desenfado) para ser asertivos sobre cuestiones de coyuntura que les dan un aire fresco a las páginas.
Cumplen la función de generar puentes de sentido entre las noticias de actualidad que todos los días leo en plataformas y algunas conceptualizaciones, o esquemas interpretativos, más cercanos a las Ciencias Sociales. Suman profundidad a la lectura del día a día, pero siguen permitiendo pensar lo cotidiano con más herramientas”, señala la ensayista que acaba de leer ¿La rebeldía se volvió de derecha?, de Pablo Stefanoni, doctor en Historia (UBA).
Definir hoy un libro político hoy tiene problemas de pureza, no es un paquete cerrado ni sus autores son fácilmente identificables. ¿Todo libro es político? En gran parte sí. Y por eso el boom de los libros sobre feminismos y todos los universos que se esparcieron a su alrededor en un bigbang editorial dan cuenta de esta complejidad.
La ecología ya no habla de la naturaleza como aislada sino a la par de otras ciencias y disciplinas. Es política. Y por eso el libro El colapso ecológico ya llegó de Maristella Svampa y Enrique Viale explica por qué la ecología se volvió materia de discusión y acumula contenido en las plataformas políticas. El libro político más vendido de 2020 fue Aramburu de María O’Donnell que comercializó más de 40.000 ejemplares. Y otro caso de muy buenas ventas ha sido Argentina primero de Martín Redrado. Las investigaciones sobre los años 70 de Marcelo Larraquy siempre están en el ránking de los libros más populares y lo mismo pasó con su último título La guerra invisible.
La politóloga María Matilde Ollier leyó dos libros de política del pasado reciente. Uno es El último peronista ¿Quién fue realmente Néstor Kirchner? de Walter Curia y otro “de un académico con intereses en la gestión”: Los tres kirchnerismos Una historia de la economía argentina, 2003-2015, de Matías Kulfas. La mención de estos tiene su explicación: “Como siempre se vota con el corazón, es bueno hacerse cargo de las opciones que se toman en el cuarto oscuro. Si no las conciencias siempre se lavan a costa de la ceguera autoinfligida. En el mundo de la política, como en la vida en general, no se elige entre lo mejor y lo peor. Si así fuese, sería muy fácil optar. Se eligen sesgos. Por lo tanto hay que hacerse cargo de aquello que tampoco se elige, cuando se vota. Por eso, este tipo de libros son útiles para elegir ‘con los ojos abiertos’, como dijo Margaret Yourcenar que quería morir”.
En el horizonte la bibliografía política seguirá creciendo. Uno es Los noventa. La Argentina de Menem, de Eduardo Menem y Carlos Corach (compiladores) y el otro es de Jorge Fernández Díaz, Una historia argentina en tiempo real, donde anuda artículos periodísticos de la última década en los que abordará su blanco preferido cuando juega a los dardos: el kirchnerismo.