Cuando Alberto era opositor
Alberto Fernández recopiló una serie de notas y agregó algunos textos para armar Pensado y escrito, un libro con sus “reflexiones del presente argentino” ya desde afuera del poder actual. El ex jefe de Gabinete de Néstor y Cristina Kirchner avisa que escribe como un “actor comprometido” con la política: ese es el terreno árido que camina y las consideraciones que puede despertar no escapan entonces a esa geografía. Rescata su experiencia, es crítico con el Gobierno y también ácido con la oposición, pero no despeja del todo cuál es su apuesta a futuro: ¿neokirchnerismo o poskirchnerismo? Difícil o tal vez prematura, para él mismo, la definición.
Fernández incluye unas pocas referencias a su propia experiencia en las gestiones de Néstor y Cristina Kirchner. No hay historias de la cocina política. Se entiende según su posición y confirma, como aclara, que no intenta hacer periodismo. Su trabajo, con prólogo del brasileño Marco Aurelio García, circula por distintos temas que vienen zarandeando a la política –el uso de las reservas del Banco Central, la Justicia, el efecto de las últimas elecciones, la reforma política, la ley de medios– y deja pistas sobre el lugar donde pretende pararse él mismo.
Se presenta como algo más que una pieza clave durante cinco años de gestiones K. Habla del “espacio político que fundamos junto a Néstor Kirchner”. Y desde esa perspectiva, señala lo que considera éxitos y advierte el encierro del poder con su efecto de aislamiento social, cuestiona actitudes opositoras y también rechaza la defensa acrítica del Gobierno. Lamenta finalmente la tendencia del oficialismo a ver conspiraciones en lugar de reflexionar sobre situaciones adversas.
Fernández considera que “hay dos modelos en pugna”. Hace varias entradas sobre esta definición. Un modelo –que defiende desde su visión– “supone un Estado presente, más regulador y más persistente en la búsqueda del equilibrio social perdido”. El otro, con distintas variantes, vuelve con la idea de “mayor libertad de los mercados y una limitada intervención del Estado en la economía”.
Planteos, en otras palabras, más progresistas o más de derecha. Desde esa perspectiva, destaca los cambios producidos en los primeros años kirchneristas, repasa algunos de sus tropiezos, y vuelve con críticas a dos bandas en un balance de los últimos meses: describe “un gobierno que minimiza los problemas y que construye una imagen idílica del país, con una oposición tan atomizada como ausente a la hora de formular propuestas”.
En el epílogo, recala en una reflexión que parece un clásico en referencias de ensayos y otros textos políticos. Se trata de “Los héroes de la retirada” que, como se sabe, serían aquellos dirigentes que lideraron transiciones difíciles y quedaron luego fuera del juego político renovado, pero con enorme reconocimiento social.