“Renuncié a la política para estudiar historia”
Félix Luna recuerda. Bestseller con sus libros, repasa en este diálogo su vida y obra.
Está a punto de cumplir 80 años y acaba de publicar un libro para festejarlo. Félix Luna es probablemente el historiador más conocido por el gran público. Logró divulgar la historia con un estilo que lo hizo famoso y respetado aun por muchos detractores, que lo objetan sobre todo por sus posiciones políticas. En su oficina de maderas y ocres, en pleno centro porteño, Luna trabaja ayudado por su hija, Felicitas.
–Se afirma que su obra fue en un primer momento revisionista, y luego viró hacia la historia social francesa. ¿Qué opina?
–Revisionista no he sido nunca, en el sentido que se le da al revisionismo en la Argentina. La historia es revisión permanente; si no se revisa, se anquilosa. No es una ciencia. De ahí que su riqueza es que se puede narrar el mismo fenómeno, el mismo proceso, el mismo personaje desde distintos puntos de vista.
–¿La historia producida para divulgación tiene menor prestigio en la academia?
–Más o menos. En realidad, cuando un académico habla mal de la historia divulgada y bien hecha –cosa que no es muy frecuente– hay un poco de envidia. La prueba es que yo soy académico desde hace más de 10 años y entré en la academia con mucha naturalidad
–¿Cuál es la relación ideal entre los historiadores y la política?
–En mi caso, renuncié a la política para dedicarme a la historia. No creo que todos deban hacer lo mismo, pero es muy difícil hacer historia y política a la vez: un compromiso político significa que uno ve la realidad histórica de una manera sesgada. Yo escribí un libro como El 45, por ejemplo, y teniendo una militancia antiperonista, traté de desprenderme de ella y ver con imparcialidad los procesos que ocurrieron en ese año. Pero es difícil. Uno no puede renunciar a sus valores cuando escribe historia, pero tampoco se puede escribir historia con un compromiso político que convierta a la historia en una sirvienta de la ideología.