La niñez, un álbum de variadas estampas
Entrevista con Mirta Lobato. La destacada ensayista compiló un álbum plural para contar los matices de la historia argentina a través de la vida cotidiana de los más chicos.
Fotografías de mujeres que siempre estaban acompañadas de infantes: ese fue el disparador del libro reciente de la historiadora Mirta Zaida Lobato, que desde hace seis años viene elaborando y recogiendo fotos –más de dos mil– sobre niñez en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), junto a investigadoras del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género (IIEGE). “Al ver que teníamos tantas fotos se nos ocurrió hacer una historia visual de la infancia. Pergeñé la idea de una obra que combinara un montaje de diferentes materiales y se pudiera tomar como un mapa de los problemas y experiencias de los niños en nuestro país”, explica la autora de Infancias argentinas (Edhasa).
Lobato –especializada en trabajo, cultura obrera y género– se explaya: “Desde mi experiencia (como historiadora y lectora) observé que la infancia se abordaba en la mayoría de los estudios en relación a la familia y la escuela sin una autonomía propia. En esa evaluación vi que predominaban las niñeces porteñas y yo quería tener una visión panorámica de la Argentina, con las diferentes vivencias en las provincias”.
–¿A qué referís cuando hablás sobre la diversidad de experiencias infantiles?
–Romper la idea de homogeneidad de las experiencias del mundo infantil es absolutamente desafiante. Subrayo fuertemente que las experiencias infantiles son múltiples, dependen de varios factores y hay diferencias según las clases; la economía; el lugar que tenga la familia; capital cultural; lugar o entorno; mundo urbano, rural... El otro desafío era cómo pensar la Argentina si el título iba a ser Infancias argentinas. Por eso el esfuerzo de poner una foto de Jujuy; La Rioja para dar cuenta de esa diversidad que existe en nuestro país y a veces no advertimos, salvo cuando hablamos del turismo: ahí sí el mundo diverso está pero la experiencia no.
–En el libro sostenés que las infancias y los modos de estudiarlas cambian en el tiempo ¿Hacia dónde se dirige tu mirada desde el presente y qué es lo que querés subrayar en particular en este estudio?
–La mirada histórica permite ver más los procesos de cambio y menos las permanencias, aunque también son importantes. Eso se ve en los capítulos donde las colaboradoras hablan de la educación: no siempre los niños fueron pensados como sujetos para la educación del mismo modo. Primero era importante la construcción del ciudadano; luego se afianza la idea de que el chico tiene que ser creativo, eso produce cambios en los planes y la forma que se articula la enseñanza. Ahora vivimos en un momento crucial porque la educación está a la deriva: no hay una idea fuerte de lo que se quiere con ella. Hay leyes nacionales que no se cumplen en todo el país, como la Educación Sexual Integral (ESI). La forma de pensar la educación se mantiene durante un largo tiempo pero hay una historicidad respecto a lo que se enfatiza y lo mismo pasa con los modos de representar las infancias, que también están mutando.
–¿Qué encontraste sobre la infancia en la última dictadura?
–Las infancias estuvieron en la dictadura tensionadas por múltiples problemas. Las situaciones que vivían los niños de una familia que había sido objeto de la represión generaban temor e inseguridad. Está la experiencia del exilio fuera del país o el interno, muchas familias cambiaban de casa por miedo a la represión o a un operativo rastrillo; la experiencia misma de los niños nacidos en cautiverio... La dictadura tiene para los chicos numerosas consecuencias y por eso era importante colocar esas experiencias infantiles.
–¿Y sobre los niños durante la Guerra de Malvinas?
–Quise incluirlo porque son cuestiones políticas que afectan a la niñez. Estaba en contra de la guerra –un hecho político cuestionable– y decirlo era decir mucho, porque la mayoría estaba a favor. A mi hijo le enseñaron a leer con Malvinas, en el libro hay una foto de su cuaderno: lo guardé porque fui a protestar a la escuela, me parecía que a los niños no había que enseñarles a leer con la guerra.