La urbe global sacude el siglo XXI
Opinión. El ensayista alemán explica cómo se gestaron las urbes que marcan el pulso mundial.
A mediados de los 90, el discurso de la globalización había trabado una estrecha relación con la investigación sobre las ciudades. En las humanidades, ya había aparecido, en los 70, un interés académico por las culturas ciudadanas. Lo que pareció alimentar gran parte de este trabajo humanístico fue una nostalgia crítica por una formación urbana que en realidad había pertenecido a una etapa anterior de una modernidad heroica. Como valioso trabajo de memoria, estos estudios de las ciudades modernistas clásicas y su cultura se mantienen a la sombra de las transformaciones urbanas de nuestra propia época. No es pues, coincidencia que revelen una sensación de pérdida, de nostalgia, incluso, por la ciudad modernista, nostalgia sin duda alimentada por la percepción de que estas ciudades modernistas prototípicas, con su idea de futuros vibrantes, están pasando a ser rápidamente parte de la historia en vez de representar la vanguardia de los avances globales. (...)
Estas dimensiones culturales de las transformaciones urbanas en Occidente no fueron lógicamente el principal centro de atención de los estudiosos de las ciudades globales en las ciencias sociales. Su trabajo se vio impulsado sobre todo por la lógica de los recientes desarrollos económicos. Con el rápido crecimiento de las empresas transnacionales, a partir de los 70, había surgido una red de ciudades globales que era clave para la expansión del capitalismo. Cuando las corporaciones pasaron a ser transnacionales, se establecieron, no en el campo, sino en las ciudades. La tendencia a la formación de una red económica transnacional se aceleró considerablemente después de la caída del Muro de Berlín, el colapso de la ex URSS y la apertura de China e India a la inversión capitalista. Con el triunfo de la economía neoliberal, las ciudades estadounidenses resurgieron después de haber sido defenestradas por muchos que en los 70 las consideraron centros de crimen, drogas y decadencia.
En aquel momento, esa crisis de las ciudades combinada con el auge de las nuevas tecnologías de la información llevó a muchos investigadores a suponer erróneamente que las ciudades como espacio centrado y limitado dentro de fronteras nacionales perderían su función tradicional y que el espacio real daría preferencia al espacio virtual. Gran parte del lenguaje exuberante de los flujos y las redes globales se remontan a esa constelación de un urbanismo distópico y a una utopía de las comunicaciones tecnológicas. Las predicciones por supuesto no se cumplieron. Los procesos de urbanización se han intensificado y acelerado. Las ciudades reales ocuparon el centro de la escena en las investigaciones científicas sociales de la globalización. (...)
Todas las ciudades se ven afectadas por los reordenamientos estructurales de las economías capitalistas en todo el mundo, el rol cambiante de los estados nación en la economía política, las negociaciones cada vez más complejas entre globalidad y localidad.
Aun los centros urbanos más influyentes del mundo de las finanzas y los servicios son también fuertemente regionales y producen su propia localidad. La noción de la ciudad ordinaria corre a su vez el riesgo de ocultar las enormes asimetrías de poder e influencia entre las ciudades.