Revista Ñ

El viajero indomable

- POR JUREMIR MACHADO SILVA PUBLICADO EL 16 DE NOVIEMBRE DE 2016 J. Machado da Silva es el traductor de Michel Houellebec­q al portugués y el autor de En Patagonia con MH.

Frente a una isla llena de lobos marinos, de pájaros y pingüinos, la Isla de los Lobos, Michel y yo tuvimos la segunda “conversaci­ón animalista”, un poco más metafísica o trascenden­tal. Después de haber pasado algunos minutos acodado sobre la rampa del catamarán, fotografia­ndo animales, rodeado de turistas encantados de descubrir la fauna de la Patagonia, Michel regresó a su lugar, sacó el pañuelo de su bolsillo y empezó a sonarse la nariz con un aire soñador.

–No me gustaron nada esos lobos marinos –dijo antes de empezar a reírse con ganas–. Son un muy mal ejemplo para todos.

–¿Por qué?

–Están tendidos sobre las rocas, como apoltronad­os sobre un diván, sin hacer nada.

–Vagos que toman cerveza y ven fútbol.

–Mmmmm... Estos animales no hacen honra a la especie. No veo razón alguna para justificar su existencia. Además, huelen mal. Dan una impresión horrible.

–¿Y los pingüinos?

–Son completame­nte distintos. Simpáticos, elegantes y frágiles. Los pingüinos merecen mi aprobación.

–Parecen medio idiotas.

–¡Ah, no, Juremir, no puedes decir eso!

–¿Por qué no? Yo veo en los lobos marinos un elogio a la pereza, un rechazo al productivi­smo occidental. Los lobos marinos son naturalmen­te anticapita­listas. Mientras que estos pingüinos me inspiran cierto recelo.

–En absoluto. Al contrario. ¿Cómo confiar en una especie que se deja parasitar por los pájaros y otros animales, sin tener la más mínima reacción? Los pingüinos inspiran un cierto optimismo. Son un buen parámetro para la humanidad.

Observaba a Michel. Verdaderam­ente había admiración en sus ojos cuando observaba a los pingüinos. Después, nos propuso regresar a nuestros lugares para beber un poco de vino.

–¿Qué tiene Brasil para ser grande?

–Todo. Riquezas minerales, suelos para todo tipo de cultivo, dimensión territoria­l, el clima y, ahora, según el gobierno, petróleo en grandes cantidades.

–Mmmmm….

–Nosotros vamos a ser una de las potencias del futuro, junto con Rusia, China y la India.

–¿Y en Francia?

–Mmmm…. Hubo un tiempo en que la grandeza de un país se veía en los retratos de los billetes de banco.

–Ahora está jodido, mi viejo. Usted no tiene ni moneda nacional. En el euro no hay héroes.

–Mierda.

–¿Siempre hablas en francés, Michel?–

le preguntó mi mujer Cláudia.

–No, cada vez menos.

–Proust nunca figuró en un billete francés.

–Hemos tenido a Chateaubri­and, a Victor Hugo, a Molière, a Racine, a Corneille, a Pascal, a Montesquie­u, a Saint-Exupéry, en fin, muchas personas de gran valor…

–¿Quién valía más?

–Pascal, Molière y Victor Hugo han valido, por momentos, 500 francos. Voltaire no valía más que 10 francos. No sé si estas críticas literarias han sido escuchadas…

–La literatura brasileña es casi tan fuerte como nuestras monedas, Michel. Sí, sin duda se trata de un buen sistema de equivalenc­ia. A ti te gusta Pascal, ¿no es así?

–Mmmmm…

–De todos modos, tú no crees en Dios y él era un santurrón.

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