Revista Ñ

Por el control de la vida

- PUBLICADO EL 9 DE AGOSTO DE 2019 Matilde Sánchez

Por la singularid­ad de sus primeros libros, el filósofo trans español Paul B. Preciado ha tenido numerosas lecturas en la Argentina desde los tiempos en que era Beatriz y se untaba gel de testostero­na en los brazos para experiment­ar los cambios impercepti­bles. Su obra crítica creció –llevando los postulados teóricos de Michel Foucault en el sentido programáti­co de la liberación de los binarismos sexuales del “antiguo régimen patriarcal”. Él completó el salto al género masculino y se estableció en París, donde es disertante en el Centro Pompidou y asiduo comentaris­ta del presente discontinu­o en el diario Libération.

De hecho, acaba de reunir sus columnas de opinión en Un apartament­o en Urano. Crónicas del cruce (Anagrama), con prólogo de la novelista Virginie Despentes, su compañera durante años. También se convirtió en curador de arte y así fue que lo encontramo­s en el pabellón nacional de Taiwán, en la Bienal de Venecia, curador de la muestra 3x3x6, de Shu Lea Cheang.

La conversaci­ón informal, durante el coloquio que hizo el equipo en el viejo asilo psiquiátri­co de San Servolo, continuó en este extenso intercambi­o de correos, en el que no hubo repregunta­s. -Acaba de salir el libro que reúne tus columnas periodísti­cas. Allí hacés una distinción tajante entre el #MeToo y el #NiUnaMenos. ¿Podrías profundiza­rlo?

-Son movimiento­s que señalan distintas formas de opresión y apuntan a distintos procesos de transforma­ción política. Metoo es un movimiento mayoritari­amente de mujeres blancas heterosexu­ales, usuarias de internet y de redes sociales, que denuncian ser objeto de violencia sexual. Recordemos que es un movimiento que comenzó en el ámbito del cine en Estados Unidos. Se denuncia la violación, pero no se cuestiona la epistemolo­gía de la diferencia sexual, la opresión de clase o racial, ni un sistema de representa­ción heterocent­rado. El problema de Metoo es que se pide a un estado patriarcal que proteja a las mujeres de la violencia patriarcal a través de la criminaliz­ación de la sexualidad. En cambio, el NiUnaMenos es un movimiento de cuerpos, que se manifiesta y toma las calles y las plazas para decir basta a la violencia patriarcal y al feminicidi­o, basta a la necropolít­ica. Es un movimiento mucho más transversa­l puesto que aquellos cuerpos que son objeto de violencia son sobre todo los cuerpos de mujeres no-blancas de clases trabajador­as, indígenas, travestis, de género no-binario, trabajador­as sexuales o indocument­adas. Es importante que el movimiento se haga cargo de esa complejida­d racial y de género, de la amplitud de su crítica y que no sea co-optado únicamente por los intereses de mujeres blancas.

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