Por el control de la vida
Por la singularidad de sus primeros libros, el filósofo trans español Paul B. Preciado ha tenido numerosas lecturas en la Argentina desde los tiempos en que era Beatriz y se untaba gel de testosterona en los brazos para experimentar los cambios imperceptibles. Su obra crítica creció –llevando los postulados teóricos de Michel Foucault en el sentido programático de la liberación de los binarismos sexuales del “antiguo régimen patriarcal”. Él completó el salto al género masculino y se estableció en París, donde es disertante en el Centro Pompidou y asiduo comentarista del presente discontinuo en el diario Libération.
De hecho, acaba de reunir sus columnas de opinión en Un apartamento en Urano. Crónicas del cruce (Anagrama), con prólogo de la novelista Virginie Despentes, su compañera durante años. También se convirtió en curador de arte y así fue que lo encontramos en el pabellón nacional de Taiwán, en la Bienal de Venecia, curador de la muestra 3x3x6, de Shu Lea Cheang.
La conversación informal, durante el coloquio que hizo el equipo en el viejo asilo psiquiátrico de San Servolo, continuó en este extenso intercambio de correos, en el que no hubo repreguntas. -Acaba de salir el libro que reúne tus columnas periodísticas. Allí hacés una distinción tajante entre el #MeToo y el #NiUnaMenos. ¿Podrías profundizarlo?
-Son movimientos que señalan distintas formas de opresión y apuntan a distintos procesos de transformación política. Metoo es un movimiento mayoritariamente de mujeres blancas heterosexuales, usuarias de internet y de redes sociales, que denuncian ser objeto de violencia sexual. Recordemos que es un movimiento que comenzó en el ámbito del cine en Estados Unidos. Se denuncia la violación, pero no se cuestiona la epistemología de la diferencia sexual, la opresión de clase o racial, ni un sistema de representación heterocentrado. El problema de Metoo es que se pide a un estado patriarcal que proteja a las mujeres de la violencia patriarcal a través de la criminalización de la sexualidad. En cambio, el NiUnaMenos es un movimiento de cuerpos, que se manifiesta y toma las calles y las plazas para decir basta a la violencia patriarcal y al feminicidio, basta a la necropolítica. Es un movimiento mucho más transversal puesto que aquellos cuerpos que son objeto de violencia son sobre todo los cuerpos de mujeres no-blancas de clases trabajadoras, indígenas, travestis, de género no-binario, trabajadoras sexuales o indocumentadas. Es importante que el movimiento se haga cargo de esa complejidad racial y de género, de la amplitud de su crítica y que no sea co-optado únicamente por los intereses de mujeres blancas.