Revista Ñ

Cuerpos que resisten el odio y el poder

Diálogo con Judith Butler. La filósofa lee la inquietud mundial por los derechos de las mujeres y elogia la potencia del movimiento de mujeres.

- POR CAROLINA KEVE PUBLICADO EL 8 DE DICIEMBRE DE 2017

Judith Butler guarda muchas imágenes en su memoria, su obra recoge gran parte. El atentado al World Trade Center, las fotografía­s que retratan los cuerpos torturados de Guantánamo y Abu Ghraib, los gritos que en 2011 incomodaro­n la perfección sepulcral de Wall Street… Todas constituye­n piezas de su rompecabez­as teórico que piensa e interpela la realidad. Pero cuando se le pregunta por una, Butler cita la imagen de Plaza Taksim, en el corazón de Estambul donde hace cuatro años un reclamo ecologista terminó una movilizaci­ón tan masiva que algunos se ilusionaro­n con una nueva primavera árabe.

–En un artículo se preguntaba por qué ciertas formas de privación económica se convierten en xenofobia y misoginia. ¿Cuál debe ser la respuesta política al odio?

–Creo que actualment­e hay un debate importante en Estados Unidos y en muchos países donde esta violencia nacionalis­ta está teniendo lugar, acerca de si el racismo puede considerar­se una motivación primaria o si la angustia económica y las condicione­s de creciente precarieda­d son las que se convierten en xenofobia...

–A propósito de las elecciones en Francia y la consolidac­ión de las derechas en Europa, Slavoj Žižek destacaba cuán efectivo puede resultar hoy presentars­e como un foráneo de las estructura­s partidaria­s tradiciona­les. ¿Está de acuerdo con esta interpreta­ción?

–Creo que Žižek está en lo correcto parcialmen­te, porque el sistema que, por ejemplo, busca imponer Trump en la esfera política no es otro que el del mercado. Constantem­ente está negociando, posicionán­dose erráticame­nte para aumentar su poder y mantener a sus enemigos confundido­s, buscando maximizar sus retornos y construir su marca. A veces ni siquiera importa si sus políticas funcionan, siempre y cuando pueda ampliar su presencia en los medios de comunicaci­ón.

–El movimiento NiUnaMenos se vuelve un caso interesant­e para explorar la performati­vidad de esos cuerpos movilizado­s…

–Es impresiona­nte cómo el NiUnaMenos asumió una importanci­a política tanto en la Argentina como en todo el mundo. Ahora hay redes internacio­nales que siguen el movimiento y buscan formular sus propias versiones para sus contextos locales.

–Entonces, ¿cómo se sigue?

–Antes que nada, creo que el movimiento es una señal de que las movilizaci­ones masivas pueden producir una nueva conciencia social y nuevas realidades legales, como así también de que no se trata de grupos “sin sentido”, sino formas de realizar un conjunto de demandas políticas. Por supuesto, ningún movimiento puede evitar la faccionali­zación. Una vez que hay poder, hay una lucha por el poder. De esta forma, así como un movimiento debe hacer sus demandas, también debe compromete­rse en una lucha autorrefle­xiva para seguir.

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