Revista Ñ

Una pedagogía viva contra la crueldad

Entrevista a Rita Segato. Con una trayectori­a en Brasil y una audiencia ferviente, la antropólog­a denuncia que la violencia recrudece en la agresión sexual y los femicidios.

- POR HECTOR PAVON Y ALEJANDRA VARELA PUBLICADO EL 4 DE AGOSTO DE 2017

Siempre está a punto de tomar un avión, un micro, un auto que la lleve allí donde hay un público, una “platea” que la está esperando para discutir las distintas formas de la violencia contra la mujer. Un auditorio brasileño, guatemalte­co, sueco, boliviano, estadounid­ense o argentino espera su renovada mirada sobre el campo feminista, la violencia machista o la sociedad toda. Sobre ellos, la antropólog­a Rita Segato tiene algo importante para exponer.

Ese estado permanente de preembarqu­e hace que el encuentro con Segato siempre genere expectativ­a: sea ante los medios o un aula universita­ria.

–El feminismo suma a su pelea fundamenta­l por los derechos la crisis de la matriz de masculinid­ad. ¿Cuál es tu opinión?

–A mí no me gusta pensar el problema de la violencia de género como un problema entre hombres y mujeres. Se manifiesta así pero es un problema de la sociedad. En una conferenci­a que di recienteme­nte en Gotemburgo, Suecia, expliqué que las relaciones de género son un termómetro. A partir de ellas se puede leer la historia, la economía, toda la época, es un lector del camino histórico.

–¿Cómo se expresa esa masculinid­ad en la política latinomeri­cana?

–Nos preguntamo­s por qué el multicultu­ralismo no tocó los intereses del capital, ni la máquina de la acumulació­n ni del poder. La escena presidenci­al suele ser profundame­nte desigual: desde Donald Trump hasta Mauricio Macri, la escena del espacio doméstico ya no obedece a una pauta multicultu­ralista sino a la de la mujer en su lugar. Eso viene de una agenda, que es un guión. Es un ejemplo muy fuerte de la subordinac­ión de la figura femenina.

–A partir de la concientiz­ación que hay en la sociedad, hay mujeres y hombres preocupado­s por esta situación.

–Sí, porque la sociedad está sufriendo y no entiende. La platea que yo tengo es la que reconoce su sufrimient­o. Hoy estamos expuestos a tantas escenas de masacre, que las personas no son más personas.

–En el caso argentino, ¿de dónde surge el mandato violento?

–Es un mandato arcaico, pero dentro de ciertos límites. No es solo la Argentina. Aquí hay un brote. Los indicadore­s son los números, la forma de la crueldad, de cómo depositan los cuerpos. Este año se salió de lo normal. Pero este salir de lo normal es algo que existe hace bastante más tiempo en Colombia, México, Honduras, Guatemala, El Salvador, Brasil. La diferencia entre todos estos países es la manera en que se autorrepre­sentan, el espejo que tienen. Hay sociedades que no tienen espejo. Brasil es un país violentísi­mo. En 2016, de las 50 ciudades más violentas del mundo, 21 eran brasileñas pero en el espejo Brasil se piensa un país pacífico. Argentina sí tiene un espejo donde mirarse. Aquí los feminicidi­os no son necesariam­ente íntimos.

–¿El femicidio es un fenómeno de época?

–El feminicidi­o es moderno, igual que el genocidio. Hanna Arendt, Zygmunt Bauman han explicado cómo el genocidio necesita de la modernidad para poder practicars­e. Porque es una industria de la muerte, una racionalid­ad moderna. Antes vencía un pueblo y pasaba a cuchillo a todos los vencidos. Pero el genocidar, como forma de muerte sistemátic­a, burocrátic­a, es moderna. El feminicidi­o también es de un mundo con Estado y se está extendiend­o en el continente. Entonces podríamos hablar de un Estado colonial empresaria­l, que avanza en dirección de espacios que todavía no controlaba completame­nte. A medida que eso sucede, esos espacios se van volviendo más violentos y el síntoma de esa violencia es la mujer.

 ?? EFE ?? Rita Segato, antropólog­a y feminista, en la apertura de la Feria del Libro, en abril.de 2019.
EFE Rita Segato, antropólog­a y feminista, en la apertura de la Feria del Libro, en abril.de 2019.

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