Brasil 1900: Civilización y barbarie
Historias del sur. En un texto erudito y poético, el ensayista contrasta los campos políticos.
Formulada de manera complementaria al título del Facundo, la clásica dicotomía de Sarmiento, al filo del 1900 argentino, se va invirtiendo en relación a sus connotaciones positivas y negativas: la pieza teatral de Nicolás Granada, ¡Al campo!, se convierte en la consigna bienhechora de todo lo que implique la rusticidad descalificada. La serie de novelas publicadas por Manuel Gálvez, a partir de El mal metafísico, pasando por Nacha Regules hasta Historia de arrabal, insinúan las señales crecientes de la desintegración urbana. (...)
Si la dicotomía sarmientina se invierte en el escenario único de Buenos Aires, en el Brasil, por su vertiente, semejante eje fundamental de la cultura del 1900 se sitúa en dos proscenios antagónicos, simbólica y geográficamente. Los sertones, de Euclides da Cunha, y Canaán, de Graca Aranha, se publican en 1902. (...)
Del clásico par de polémicas categorías, la barbarie se sitúa en el noroeste del Brasil; en ese escenario primitivo, despiadado, da Cunha relata la campaña oficial contra la rebelión milenarista encabezada por Antonio Conselheiro. El lugar: Canudos; el coro amontonerado: los campesinos, sertaneros, que se sublevan convocados por la oratoria exasperada del santón donde se entremezclan reivindicaciones por carencias elementales con argumentos residuales que apelan a la destronada monarquía así como a difundidos párrafos apocalípticos. La represión militar es feroz. Las reivindicaciones de los sertaneros sublevados desbordan la presunta racionalidad académica que predomina entre los jefes de la pacificación. Y las tensiones polémicas aceleran los fusilamientos y las represalias de manera análoga a la velocidad narrativa, periodística, de Euclides da Cunha. La aventura del texto y el texto de la aventura se superponen condicionando elipsis, espesor, respiraciones y suspensos.(...) Pero no se trata ahora de un campo de batalla sino de una colonia utópica de origen inmigratorio; no son sertaneros como brotados de las rajas de la tierra sino hombres de origen alemán –Milkau y Lenz– quienes dialogan construyendo una morosa novela de tesis, ya sea sobre la pureza racial o los rasgos del mestizaje.
La épica atropellada ha sido reemplazada por la bucólica, y la barbarie norteña, anacrónica, condenada, era personificada por una especie de “gurú telúrico”, la civilización se encabalga en los hombres nuevos recién llegados de afuera. Es que para la “republica velha” hasta la bandera del Brasil, al apelar al “orden y al progreso”, explícitamente positivista, se encarnaba, al mismo tiempo, en el alegórico verde cananeo y en el amarillo solar del noroeste. Se trata de dos hipótesis. La primera en la única escenografía porteña donde se instala la inversión de la dicotomía C/B, así como en el doble ambiente donde se ubica en Brasil, ¿incide, quizá, el unitarismo argentina, así como el federalismo estructural brasileño? La segunda: en una penúltima lectura, las sincronías puestas en la superficie, creo que pueden servir como meridianos para cierto proyecto de un renovado mapa de las culturas de América Latina.