“La base de mi escritura es el silencio”
Claudia Piñeiro. Desde 2005, se consolidó como autora de excepcional proyección y, recientemente, sumó el liderazgo en la lucha por el aborto legal.
Claudia Piñeiro, “la dama del suspenso” vuelve a las librerías con Una suerte pequeña (Alfaguara). Podría arriesgarse que se trata de una novela de suspenso familiar y psicológico, un relato intimista que bucea en el dolor y la culpa, la soledad y el abandono. Si los lectores esperan un muerto, el muerto está, y es el que desencadena toda la trama. El enigma y el misterio, esas habilidades que la escritora maneja como pez en el agua, también. O como le dijo un lector, es una “de llorar”.
–Aunque más de una vez dijiste que Betibú es la única novela que escribiste como un policial, se te suele asociar como una autora del género. ¿Será porque siempre se te cuela un muerto en las historias?
–No es a propósito. Y tampoco me digo que voy a escribir sobre otras cosas para que no me consideren una autora de novela policial. Uno escribe la historia que quiere contar, inventa los personajes que quiere inventar o trabaja el lenguaje del modo en que mejor crea que le vaya a la trama. No me siento como una autora del género policial, por más que reconozco que hay novelas como Betibú, que la escribí claramente como un policial, pero las otras siguieron siendo lo mismo que eran antes, por ahí unidas por otras cosas que se repiten. En mis novelas, podés decir que la muerte es un tema. En Un comunista en calzoncillos la muerte está, por más que no esté presente, porque transcurre en 1976, un momento de muerte en la Argentina. Aquí, otra muerte es el disparador de una situación familiar.
–Recién estábamos comentando que el silencio es otro de los ejes de la novela.
–Ese es otro de los temas recurrentes en mis libros. Yo he dicho alguna vez que la base de mi escritura es el silencio. Creo que en Un comunista en calzoncillos cuento que mi papá pasaba dos semanas sin dirigirte la palabra, y que cuando yo empecé mi primer análisis no podía hablar y entonces escribía. La escritura fue siempre para mí la posibilidad de escribir lo que no se puede decir.
–En el libro explicás por qué está narrada en primera persona. ¿Será porque es también, de algún modo, una confesión?
–Es que la empecé a escribir en tercera persona, pero hubo un momento en que no lograba avanzar. La reflexión que hace Mary Lohan sobre cómo escribirla me pasó a mí durante la escritura (“La tercera persona aleja, protege en la distancia. La primera me lleva al borde del abismo, me invita a saltar”). Lo que vos le podés permitir a una primera persona al contar sus sentimientos yo no se lo puedo poner a una tercera persona. Eso que ella dice de alejarse de la emoción es exactamente lo que me permitió contar cosas que a ella le pasaban y que en tercera me hubiese costado muchísimo más. Además, para componer este personaje hablé con mucha gente, con psicólogos, con astrólogos, por ejemplo…