Diario de un fotógrafo
ABC llevó un diario privado durante décadas, del que publicó en vida unas pocas páginas, en Descanso de caminantes. Sus cuadernos, al cuidado del gran editor Daniel Martino, han tenido dos ediciones temáticas, el monumental Borges y, recientemente, Wilcock. Miles de páginas siguen inéditas, al igual que estos fragmentos, sobre su afición a la fotografía. Se publicaron en Ñ con motivo de un número especial, al cumplirse el centenario del nacimiento de Bioy y en coincidencia con una muestra de sus fotos en la porteña Usina del Arte. 6 mayo 1959: Para siempre lo fugitivo . Lo que encontré patético en aquella fotografía fue ese reloj de pared marcando las cinco menos cuarto: tenía algo de símbolo de nuestras ilusiones. El reloj parece absurdo, porque entendemos que nada importaría si marcara otra hora. La fotografía parece ilusoria, ya que es tan incapaz de retener el sentido de la escena: la recordamos bien, pero que haya ocurrid a las cinco menos cuarto nos sorprende un poco, porque la imaginamos en el pasado y fuera del tiempo. Nosotros resultamos ingenuos, nos dejamos engañar por fotografías y por relojes. 1 abril 1962: Casi todos los días escribo, reflexiones o hechos, en estos cuadernos, o, fuera de ellos, algún cuento. Frecuentemente invento argumentos (o argumentos se inventan en mí; después yo los formo, como a oseznos). Ay, además está el hobby, el caballo pasuco de la locura, el pensamiento triste, porque no comunica a ninguna parte, pero tentador quién sabe por qué: la fotografía. Fotografío; me doy trabajo para encargar ampliaciones y revelaciones; para ordenar los resultados, pienso en la materia.
3 febrero 1963: ¿A las mujeres feas o indeseables (digamos) no las veo, o las veo en la penumbra de mi distracción? Hasta que voy a interponer el lente, hasta que interpongo el lente de la máquina fotográfica, yo no debería abrir juicio. Bueno, saco un rollo, “Mire para allá, mire para acá”, pero sin demasiado esmero, de cualquier manera. Debí tomar las cosas en serio y buscar el ángulo en que su cara es linda. Para toda cara hay un ángulo de belleza; porque sé esto, porque no desfallezco en la busca, soy buen fotógrafo de mujeres.
25 marzo 1964: Un crudo golpe de luz de flash o una sombra tenue del poniente con suerte disimularían arrugas y manchas; una inclinación hacia arriba absorbería parte de la papada; seriedad, impavidez por cierto eran de rigor. “¿Por qué –preguntó ella– no me sacás una fotografía riendo?”. Al preguntar nomás relucieron largos y verdinegros colmillos que evocaron fauces de jabalí.
29 junio 1968: Alguien, comentando la manera de servirse de algún comensal, citó la frase “A little too much is enough for me ”. Cuando pienso retrospectivamente en mi vida me pregunto si no halla su clave en esa frase.