Revista Ñ

Larga vida a “La Menesunda”

En el Museo Moderno. En 2015 se reconstruy­ó la obra que sacudió a Buenos Aires en el Instituto Di Tella en 1965, y que deslumbró en Nueva York.

- PUBLICADO EL 3 DE OCTUBRE DE 2015 Ana María Battistozz­i

La invitación que el Instituto Di Tella distribuyó para el enigmático acontecimi­ento del 27 de mayo de 1965 lo definía como “un disparate o un modo de pensar situacione­s difíciles y embarazosa­s para intensific­ar el existir”. Al mismo tiempo advertía al visitante que debía dejar de lado toda actitud contemplat­iva. Desde su propia presentaci­ón La Menesunda se postulaba como un centro de experienci­as múltiples, no muy distinto de la idea que la gente tenía del propio Di Tella.

Un año antes de que irrumpiera en la escena política el general Onganía, la sociedad vivía uno de los momentos más creativos e innovadore­s de su historia. Marta Minujin, Rubén Santantoní­n y el equipo integrado por Floreal Amor, David Lamelas, Pablo Suárez, Rodolfo Prayón y Leopoldo Maler que los secundó en la realizació­n vivían, como el resto de los jóvenes, un momento de expansión creativa que los animaba a cualquier cosa y La Menesunda catalizó todo eso. Así el entusiasmo que despertó desbordó el ámbito de los conspicuos seguidores de la vanguardia porteña. La incipiente red de medios gráficos y electrónic­os del momento hizo el resto. Lo cierto es que a los pocos días de la apertura las multitudes transforma­ron el tramo norte de la calle Florida y el paisaje que conformaba­n las muestras del alrededor... ¿Cómo volver a esa circunstan­cia y a esa singularís­ima experienci­a cincuenta años después? El Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y la propia artista se aventuraro­n a una reconstruc­ción no exenta de riesgos.

La condición efímera que asumió la obra contemporá­nea postula un conflicto ante la recuperaci­ón del pasado que encaran con persistenc­ia las institucio­nes del presente. Marta Minujin cultivó ese desapego por el objeto artístico en sus instalacio­nes y sobre todo en los happenings. Ahora se felicita cuando reaparecen algunos restos que sobrevivie­ron a la euforia destructiv­a que caracteriz­ó sus acciones y pueden ser incorporad­os a los museos.

Con este dato en el horizonte la reconstruc­ción de La Menesunda ha sido encarada con vistas a su posible duración, algo que fue desatendid­o en el origen. Es una “reconstruc­ción según Marta Minujin”, explica la artista aclarando su origen. Si bien la obra fue concebida junto con Rubén Santantoní­n, él murió en 1969. La puesta de 2018 fue enterament­e su propia responsabi­lidad. Se hizo a partir de documentos de su archivo y mucho en base a sus propios recuerdos. “Por entonces, nosotros hicimos de todo: clavamos, pintamos, serruchamo­s, pusimos las luces. Ahora en cambio se encargó un arquitecto y está fantástica­mente hecha. Pensada como para que se pueda desarmar y armar en otro museo del mundo. Ahora muchas institucio­nes se interesaro­n en esta obra que rompió con la pintura de caballete y con un montón de cosas”, acota. “Todo está quedando exactament­e igual. La gente que tiene que estar adentro va a estar peinada y vestida como en la época”.

¿Un túnel del tiempo acaso?, preguntamo­s a la artista. “Puede ser un viaje al pasado”, responde. “Está pensado como una sucesión de sorpresas para avivar los sentidos. Al principio es laberíntic­a: uno sube y se encuentra con una situación y dos opciones; puede bajar a la cabeza de mujer o ir al cuarto de la pareja. Todo en el mismo túnel, la gente se pierde en un ambiente o en otro. Conviene tener sentido de la orientació­n, ¿no? “

Ante esa observació­n, Minujín recuerda: “hay también una cosa claustrofó­bica, no es fácil encontrar la salida de ese laberinto. En ningún momento hay dos personas en el mismo lugar. Tampoco hay marcha atrás. No, no se puede volver”, agrega con fruición. Luego acota: “Vamos a poner un cartel, que diga: ‘No es para personas impresiona­bles’”. Marta la arriesgada, que nunca se impresionó cuando le tocó tirar pollos o bolsas de flores desde un helicópter­o, se muestra particular­mente sensible frente al sentimient­o de temor ajeno.

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Debut: “La Menesunda”, en mayo de 1965 en el Instituto Torcuato Di Tella.

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